Nota publicada: 2025-11-16
Botar a la 4T: ¿Realidad o quimera?
Bulmaro Pacheco
En la pasada colaboración, al tratar el tema de “Votar a Morena”, no fueron pocos los lectores que sugirieron cambiar la “V” por la “B” para que tuviera un mayor sentido el escrito.
No era ese el propósito.
La idea central era mostrar todos los ingredientes que se han formado en los últimos siete años para obstaculizar la labor y el trabajo de las oposiciones en su tarea de descifrar y combatir al oficialismo que—desde la administración pública—no ha dado los resultados que prometió desde que llegó al poder en 2018.
La elaboración del concepto “Cuarta Transformación” es solo una idea propagandística para tratar de justificar las acciones oficiales a partir de que Morena se hiciera del poder.
Dista mucho de representar lo que verdaderamente tratan de venderle a la gente: “que son la continuación del movimiento de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana”. Pura mitología. Las 3 T anteriores costaron vidas, fueron dirigidas por verdaderos revolucionarios y cambiaron la historia de México
La primera T logró lo que se propuso con muchos problemas y resistencias: La independencia de España.
A México le costaron intervenciones, la pérdida de la mitad del territorio y una interminable inestabilidad política que dio lugar a un imperio y a 25 presidentes de la República (entre ellos Santa Ana 11 veces) entre 1821y 1857.
La segunda T fue dirigida por la mejor generación política que ha dado México en su historia, encabezada por el ilustre oaxaqueño Benito Juárez.
También tuvo resistencias, crímenes, fracturas políticas, la separación Iglesia-Estado, una nueva Constitución y generó un gobierno dictatorial que duró 31 años, con otro oaxaqueño: Porfirio Díaz, que ofreció orden y progreso, pacificó al país y aportó infraestructura como ferrocarriles, carreteras y comunicaciones para sintonizar a México con el mundo.
Su error político: no saber retirarse a tiempo.
La tercera T fue dirigida por un ilustre coahuilense: Francisco I. Madero, que logró captar y encauzar el malestar social y político generado por más de tres décadas de dictadura política.
Madero no logró ver los logros de su movimiento, fue asesinado y sustituido por un militar representante del viejo régimen: Victoriano Huerta, dando lugar a un prolongado período de inestabilidad y enfrentamientos, más asesinatos como los de Carranza y Zapata, y una nueva Constitución, la de 1917, impulsada por los revolucionarios.
A partir de la elección de 1920, con Álvaro Obregón, se inició el período más prolongado de estabilidad política, crecimiento económico y avances sociales y políticos que México no había conocido en toda su historia.
El país se modernizó, combatió el analfabetismo y las enfermedades endémicas y reformó el sistema político para ponerlo en sintonía con los cambios nacionales y mundiales.
Errores políticos, crímenes, corrupción y desgaste político originaron la gradual derrota del PRI entre 1988 y 2000. El PAN, fundado en 1939, llegó al poder en 2000 sin un lema específico.
Ganó estados y municipios, pero su dominio nacional solo duró 12 años, sin mayores aportaciones.
La política siguió igual y el PAN continuó el modelo tradicional para la selección de candidatos.
En 2018 ganó Morena la elección presidencial y varios estados.
Su “invento” fue auto llamarse “Cuarta Transformación”, como tratando de dar un golpe al pasado y ostentarse como una novedad en política.
Su primer error: pensar que eran los sucesores de Morelos, Hidalgo, Juárez, Madero y Cárdenas (de Obregón y Calles no quieren saber nada), pensando equivocadamente que la historia se había repetido con ellos y para ellos.
Los principales dirigentes de Morena fueron formados en el PRI y no tardaron en ampliar el reclutamiento político hacia priistas y panistas que colaboraron—abierta y veladamente—con su causa.
Empezaron con la falsa teoría de que, si López Obrador no hubiera ganado, el país habría estallado. Falso.
Las nuevas estructuras políticas diseñadas entre 1977 y 2000 aguantaron la transición y resolvieron problemas y tensiones que siguieron aguantando los cambios de 2006 y 2012, hasta 2018.
Llegaron prometiendo crecimiento económico del 3% anual y, hasta ahora, en siete años no han pasado del 0.5%.
Dijeron que iban a combatir vicios como el nepotismo en la administración pública y la improvisación de servidores públicos.
Cada día queda más evidente la presencia de parientes y familiares en sus gobiernos, y cada día son más frecuentes los escándalos de corrupción vinculados a los lazos familiares de quienes ocupan cargos públicos en la nueva ola de morenistas en el poder.
México, bajo sus gobiernos, observa nuevas realidades que antes no había conocido: la enorme colonización de regiones y municipios donde domina la delincuencia organizada y donde, con mayor frecuencia, se expresa la violencia por el cobro de facturas y las disputas por el poder. También el resurgimiento de enfermedades ya erradicadas, el incremento escandaloso de la deuda externa y las deudas de Pemex, y el desencanto de una generación que confió en ellos y que solo ha visto frustración y más de lo mismo, porque no se atreven a realizar los cambios urgentes para no desgranar la mazorca política de complicidades y asociaciones, desencanto sobre aquellos que juraron combatir, regresiones, y solo han traído falta de proyectos y culpas al pasado.¿Botar a la 4T: realidad o quimera? Por un lado están los auto derrotados de siempre, aquellos que no le ven fin a Morena y su 4T y tienen los presagios más sombríos para 2027.
Aseguran que el oficialismo ya tiene el voto de 12 millones de personas que reciben dinero mensualmente y que las estructuras electorales de Morena (INE-TEPJF) son dominantes en la mayoría del país.
Parecen ignorar el enorme descontento social y la irritación causada por los casos de corrupción denunciados a cada rato y que, al parecer, son interminables porque no quieren mover a nadie. Los casos se replican también en estados y municipios mal gobernados y con innumerables rezagos.
Por el otro lado están los que quieren luchar y ya se movilizan para combatirlos, no solo en los partidos, sino también en la sociedad civil. A ellos, desde el púlpito de las mañaneras —más que responderles con argumentos— se les ataca y tratan de desacreditarlos, intentando vincularlos a movimientos internacionales de resistencia y movilización.
Un equivalente a lo que, en los gobiernos de los sesenta en México, se achacaba al “comunismo internacional” y a las teorías de la conspiración tan de moda en México y en los Estados Unidos de los cincuenta.
¿Que no luchamos muchos años para disfrutar de las libertades que por ahora garantiza la Constitución? ¿Que no se desarrolló México con respeto a la pluralidad social, la disidencia política y la crítica dentro del derecho y las instituciones?.
La irritación social está creciendo y el oficialismo se niega a entenderla al ignorarla y tratar de descalificarla echando culpas—off course—al pasado.
Botar a la 4T: ¿realidad o quimera? Falta muy poco para saberlo.