Nota publicada: 2025-09-08
La enfermedad que no hace escandalo.
Hace algunos años el auge de los realitys llevo a algunas estrellas que brillaron en otras epocas, a volver a brillar con las nuevas generaciones, el caso de Hulk Hogan por mencionar un ejemplo, o hasta Ozzy Osbourne quienes dejaron entrar las camaras a su domicilio para realizar un programa de televisión, pero solo los observadores pudieron notar algo, el muercielago ya no se movia igual.
La verdadera sombra que acompañó al buen Ozzy en sus últimos años, fue: El Párkinson, la enfermedad que no hace escándalo, pero sí te apaga los reflejos, el paso y a veces hasta la sonrisa. Es como un fantasma que se mete despacito en el sistema nervioso y empieza a desconectar el alma del cuerpo sin pedir permiso ni hacer tanto escándalo al principio. No es nomás “temblar como gelatina mal cuajada”. Es una enfermedad degenerativa y progresiva, que va apagando los circuitos que controlan el movimiento, el equilibrio, la coordinación y después, hasta la emoción, el ánimo, el sueño y la mente. Se origina por la muerte de unas neuronas que vivían bien contentas en un area cerebral, encargadas de producir dopamina, esa sustancia que le da ritmo al cuerpo y energía al pensamiento. Sin dopamina, el cuerpo se vuelve una orquesta sin director. Ahora que tenemos la atención de los que vivieron como Ozzy: con intensidad, estragos y alguna que otra cicatriz, ahora que más de uno escucha pasos en la azotea, como los once apóstoles preguntándole al Maestro: “¿Seré yo, Señor?”, y se sienten peor que Judas Priest antes del último “Black Sabbath” es momento de hablar claro: En promedio, la enfermedad se manifiesta alrededor de los 60-70 años. Pero no creas que todos empiezan en la tercera edad: hay formas genéticas que pueden aparecer desde los 40 o incluso antes (Marty Mac Fly) Esas son menos del 10% de los casos, como las ediciones limitadas. A esa edad, uno ya no está joven pero tampoco viejo. Y cuando el cuerpo empieza a fallar no por edad sino por defecto del sistema, ahí es donde el Parkinson deja de ser “algo de viejitos” y se vuelve una realidad. El prólogo oscuro del Parkinson es cuando el cuerpo ya sabe, pero tú todavía no. Y es que a veces el Parkinson no comienza con temblor, sino con susurros del sistema nervioso que se disfrazan de “cosas normales”. De que la mano tiemble, antes de que el cuerpo se congele como bajo mal afinado, el alma ya anda recibiendo spoilers del sistema nervioso. Y son estos: olfato que se apaga sin aviso “Ya no huelo el café, ni el perfume, ni el pecado” Ese es de los primeros, hasta 10 años antes del diagnóstico. Y no, no es COVID eterno. Sueños que se pelean en la cama, te levantas con golpes, gritos, caídas. Tu pareja te dice: “Estabas peleando con alguien… otra vez.” El cuerpo debería estar paralizado mientras sueña, pero en el pródromo del Parkinson actúa los sueños como si fueran verdad. Estreñimiento crónico que no mejora ni con ciruela pasa. Es el sistema nervioso diciendo: “Aquí ya no mando como antes.” Ansiedad, depresión o apatía sin causa clara. Y no es la vida, es la dopamina bajando antes de que empieces a temblar. Cambios sutiles en concentración, visión, presión, libido o energía. Pero como vienen en modo pasivo-agresivo nadie los pela.
Cuando ya no puedes negar lo obvio, ahí aparecen los cuatro jinetes del Párkinson clínico: Temblor en reposo, no es temblor de nervios; es temblor cuando estás tranquilo, sin hacer nada y la mano empieza a “contar pastillas invisibles”; Bradicinesia (el alma quiere, pero el cuerpo no arranca) Esto es lentitud pa’ todo: vestirse, pararse, caminar, hablar. Ya no es flojera, es que el cuerpo va como si tuviera buffering; Rigidez (el cuerpo se vuelve palo tieso) No es dolor muscular, es una resistencia, como si los tendones se hubieran hecho de alambre de púas. Rigidez de cuello, brazos, piernas. Dificultad para girar en la cama. A veces se siente como “engranes oxidados” (cogwheel rigidity) o como si todo el cuerpo dijera “ni madres, no me muevo”; Inestabilidad postural (el equilibrio se fue de gira sin ti) Pierdes los reflejos que antes te salvaban. Ya no puedes echarte pa’ atrás sin caerte. El “pull test” te tumba como si te jalara la gravedad de Saturno. Estos síntomas no se maquillan. No son estrés. No son edad. Son el Parkinson mostrando su rostro sin máscara. ¿Cómo prevenir caer en este mal? Cultivar hábitos neuroprotectores, esto no es magia, es ciencia con alma de rancho: Ejercicio regular, camina, baila, nada, pedalea; Dormir bien, sin series de terror hasta las 3 am; Café moderado, hasta 3 tazas diarias pueden ayudar; Té verde, sí lo zen también protege. Actividad cognitiva, leer, tocar instrumentos, aprender cosas nuevas. Una mente que se mueve, es un cuerpo que resiste. Alejar lo que daña el alma neuronal pesticidas, solventes, golpes a la cabeza, drogas recreativas (sobre todo neurotóxicas) Exposición laboral sin protección. Por que lo que daña al campo, daña al alma.
Dr. César Álvarez Pacheco
@cesar_alvarezp
Huatabampo, Sonora