
Nota publicada: 2025-08-31
Reflexiones sobre la salud
Desde hace siglos, la máxima primum non nocere —“primero, no hacer daño”— ha sido pilar en la formación médica y centro de la ética clínica. Este precepto nos recuerda, como médicos y como personas, que toda intervención implica riesgos y que evitar daño innecesario debe ser siempre nuestra primera consideración.
La salud, en palabras de Anne Wilson Schaef, es “una cuenta de ahorros extremadamente valiosa”: no se compra, pero su valor trasciende cualquier posesión Esa frase inspira a cuidar el cuerpo como un tesoro silencioso que permite vivir, trabajar y crear con plenitud.
Confucio aportaba sabiduría al afirmar que “saber comer es saber vivir”; y Shakespeare lo complementó al señalar que “nuestros cuerpos son jardines, nuestras decisiones, jardineros”. Esa combinación de dieta consciente y hábitos saludables forma la base de una vida digna.
Lao Tse, por su parte, comparaba la prevención con una cura multiplicada, afirmando que “diez gramos de prevención equivalen a un kilogramo de curación”. Esa visión, hoy más vigente que nunca, refuerza que cuidar a tiempo casi siempre es mejor y más eficaz que reparar después.
Gabriel García Márquez lo resumía con sensibilidad: “No hay medicina que cure lo que no cura la felicidad.” Esta afirmación nos recuerda que el bienestar emocional es tan esencial para la salud como cualquier tratamiento físico. Un entorno afectuoso, una risa compartida o sentirnos escuchados son tan curativos como los medicamentos.
Cuidar la salud no es solo mantener el cuerpo en pie, sino proteger aquello que permite que el resto tenga sentido: que amemos, que soñemos, que vivamos enteros.