• Hermosillo, Sonora, México a     |  Año 29 No. 11    

Ramón Corral Verdugo y su destino

Bulmaro Pacheco / [email protected]




Nota publicada: 2025-08-11

Ramón Corral Verdugo y su destino

Bulmaro Pacheco

 

 

Ni el profesor Plutarco Elías Calles ni el regidor del ayuntamiento y pequeño agricultor Álvaro Obregón Salido imaginaban lo que les depararía la historia cuando el primero recibió de regalo dos trajes -elaborados por el sastre particular de Ramón Corral- para viajar a la Ciudad de México a un congreso de educación, y el segundo cuando fue mordido por un perro en Guaymas —el médico militar Fernando Ocaranza atendió a Obregón, por cierto— mientras hacía proselitismo en favor de Ramón Corral para la vicepresidencia de la República en 1904.

Al profesor Elías Calles -23 años más joven que Corral- lo vinculaba su trabajo como profesor en el Colegio Sonora de Hermosillo -inaugurado por Corral el 2 de enero de 1889 (“una nueva aurora que viene a alumbrar nuestros pasos en el camino de la civilización" [...] “Es una obligación que nos impone la naturaleza y el organismo social”)- y en la Escuela Primaria No. 1, siendo encargado de primero y tercer año, con un salario de 50 pesos mensuales. Y porque además acudió, con una comisión de profesores, a solicitarle apoyo al gobernador para su escuela y para un viaje a México a un Congreso educativo. En octubre de 1894, Carlos M. Calleja le participa al secretario de Gobierno Ramón Corral el nombramiento de Plutarco Calles (sic) como “ayudante del Colegio Sonora”.

Obregón -26 años más joven que Corral- lo conocía porque nombró a su hermana Rosa Obregón como directora de la primera escuela primaria de Huatabampo —fundada por Corral—, y porque sus hermanos y él mismo fueron regidores del recién creado—por Corral gobernador—Ayuntamiento.

Son tres vidas enlazadas de cierta forma por el destino; Calles y Obregón de alguna manera se relacionaron con el ejemplo más destacado y brillante de la cultura del esfuerzo de personaje alguno de Sonora en el siglo XIX: el alamense Ramón Corral Verdugo.

De origen modestísimo, sin más armas que su inteligencia, tesón y ambiciones, pasó de ser funcionario menor del Poder Judicial local y periodista a alcanzar la Vicepresidencia de la República, nada más y nada menos que con Porfirio Díaz y el cerrado grupo de “Los científicos”.

Hijo de Fulgencio Corral y Francisca Verdugo, Ramón Corral nació un 10 de enero de 1854 en la hacienda Las Mercedes, propiedad de José María Almada y Alvarado, en donde su padre trabajaba como administrador.

Don Fulgencio cae de un caballo y muere en 1868 y a los 14 años de edad Ramón queda como jefe de la familia. Así, regresa a Álamos y entra a trabajar como oficial tercero en el Juzgado de Primera Instancia, y en “sus ratos libres labora como secretario de Don Miguel Urrea, rico minero, propietario de Palmarejo, en donde Don Fulgencio había trabajado.

Corral se aficiona a la lectura de cuanto libro cae en sus manos y a su corta edad participa en los debates vecinales sobre política; y donde ya daban color las ideas políticas de entonces: El liberalismo, de la generación de Benito Juárez, que recientemente había adquirido carta de residencia en Álamos, y el conservadurismo del imperio de Maximiliano, que también había movido conciencias y a personajes destacados en el municipio desde la guerra de Independencia hasta su derrota en 1866.

Con el antecedente de haber luchado junto a su padre contra la monarquía, formado en abundantes lecturas y fogueado en el debate constante por sus recurrentes diálogos con Miguel Urrea, Corral decide defender la ideas liberales. Abandona la burocracia, adquiere un pequeño taller de imprenta y se dedica de lleno al periodismo fundando “La Voz de Álamos” y “El Fantasma”. Eran los tiempos cuando gobernaba en Sonora el general Ignacio Pesqueira —duró 18 años en el poder— y en lo nacional regía Benito Juárez —murió en 1872—, cuando Corral frisaba los 18 años.

En 1873, al tiempo que participa en la fundación de la primera sociedad mutualista, Corral también participa activamente en la rebelión contra el gobernador Ignacio Pesqueira, encabezada por Carlos Conant. Se traslada luego a Chínipas Chihuahua y regresa tres años después con un mayor éxito en el periodismo político. Se enfrenta de nuevo con el gobierno de Pesqueira y en un hecho armado en la población de Batacosa, Corral es herido y se concentra en Álamos en búsqueda de nuevos espacios políticos.

En 1877 Corral es elegido diputado local suplente y ante la inmediata licencia de don Santiago Goyeneche, asume la titularidad.

Ya como diputado, se enfrenta al gobernador Vicente Mariscal -enviado desde el centro para hacerle frente a la crisis política creada por la caída de Pesqueira-. Después también cae Mariscal y es relevado por el vicegobernador Francisco Serna para concluir el mandato, asumiendo Corral la presidencia del Congreso.

En 1879, al ser trasladados los poderes de Ures a Hermosillo, el gobernador  Serna la pide a Corral que desempeñe el cargo de secretario de Gobierno durante los recesos de la legislatura.

Al ser renovados los poderes estatales, llega al Ejecutivo Luis Emeterio Torres, José Tiburcio Otero Toledo es nombrado vicegobernador y Corral es electo diputado propietario por Álamos. En tal carácter, asume la presidencia del Congreso y nuevamente es secretario de Gobierno durante los recesos legislativos.

En abril de 1881 es electo diputado al Congreso de la Unión por Hermosillo, y su estancia en la Ciudad de México le sirve para reforzar relaciones. Después de viajar por varias ciudades de los Estados Unidos en compañía del jefe de las operaciones militares en Sonora Guillermo Carbó, regresa al Estado en 1882, gobernado por Carlos R. Ortiz, excompañero de Corral en el Congreso local.

Ortiz, ya enfermo, deja el poder en octubre de 1882 y lo sustituye Felizardo Torres. Corral es nombrado de nuevo secretario de Gobierno.

En 1883 llega al Ejecutivo estatal su amigo Luis E. Torres y mantiene a Corral en el cargo. Tiempos de la fiebre amarilla, la rebelión de los Yaquis —tiempos de José María Leyva “Cajeme”—, la invasión de los apaches en la parte norte y algunos conflictos con la Iglesia por la vigencia de las leyes de reforma. En 1884 sufre un segundo golpe: muere su madre Francisca Verdugo en la Ciudad de México, por problemas respiratorios. Hasta allá la había trasladado Corral en busca de remedios para su salud.

En septiembre de 1887 se renuevan los poderes estatales, resultando electos Lorenzo Torres como gobernador y Corral como vicegobernador. Torres pide licencia a finales de diciembre y entra en su lugar Corral, quien termina el período de cuatro años en agosto de 1891.

Durante su mandato creó las sociedades de artesanos y las mutualistas en la entidad; comunica vía telegráfica a Sonora con Chínipas; y combina el servicio público con la empresa privada: establece una fábrica de carretas, otra de cerillos, promueve la inversión privada, explora la minería, y con la venta de algunas minas compra el molino harinero El Hermosillense —en el edificio que todavía existe con todo y el reloj importado de Suiza—.

Introdujo por primera vez las giras del gobernador a los municipios para conocer y atender problemas. En sus giras le gustaba visitar escuelas y dar alguna clase, le gustaba preguntar directamente a los estudiantes y maestros sobre sus avances en el aprendizaje. No en balde, en sus ocho años de gobierno crea más de 200 escuelas —el Colegio Sonora todavía se mantiene— y funda la primera biblioteca estatal.

Su activismo educativo laico le genera tensiones con el clero. Es célebre su respuesta a los corajes del obispo Herculano López: “Ya pasó el tiempo en que las contemplaciones místicas podían considerarse como un programa digno para pasar la vida, el espíritu busca ahora religiones más amplias, objetivos más útiles y más positivos para nutrirse en provecho de la humanidad”. Corral contrae matrimonio en 1888 con Amparo Escalante, y termina su responsabilidad como gobernador en 1891, entregando el poder a Luis E. Torres como gobernador y a Rafael Izábal como vicegobernador.

Viaja a la ciudad de México y se dedica a sus negocios particulares; pero lo hace por muy poco tiempo porque tanto Torres como Izábal lo invitan de nuevo a que les ayude con la secretaría de Gobierno.

Es electo gobernador para el período 1895-1899, llevando como vicegobernador al exalcalde de Guaymas Prisciliano Figueroa.

Tiempos de las incursiones de Carlos Conant y Guillermo Richardson en los deslindes de los ríos Yaqui y Mayo. La lotificación de Navojoa y Huatabampo y otros núcleos de población del sur del estado.

Incrementa el presupuesto del Estado de 200 a 703 mil pesos. Construye los palacios de gobierno en Hermosillo, Guaymas y Álamos, entre otros. Instaló el servicio de energía eléctrica para el alumbrado público. Estableció el Banco de Sonora. Introdujo 300 km de red telegráfica, creó el primer sistema de becas del Estado, el colegio secundario de Álamos y los sistemas de agua también de Álamos, Hermosillo, Guaymas y Nogales. Inicia el programa de pavimentación de los principales municipios.

En su obra La sucesión presidencial, Francisco I. Madero lo reconoce: “El señor Corral como gobernador de Sonora fue muy superior al General Torres y al señor Izábal, por cuyo motivo es popular en aquél estado” (p.248).

Concluye su período en 1899 y le entrega el poder a Luis E. Torres, gobernador, y Celedonio Ortiz como vicegobernador. Viaja a Europa a curarse un incipiente cáncer de garganta; pero no dura mucho en su viaje porque Porfirio Díaz lo requiere para designarlo gobernador del Distrito Federal; regresa y ejerce el cargo de diciembre de 1900 a enero de 1903.

En 1903 se le promueve a la secretaría de Gobernación. En 1904 se reforma la Constitución y se crea la Vicepresidencia de la República. Es electo junto con Porfirio Díaz para el cargo para el sexenio 1904-1910.

Versiones de la época informan de presiones de los inversionistas extranjeros, que recomendaban un personaje hábil y capaz pero más joven que Díaz por si algo le fallara en la salud, que para la época andaba ya en los 74 años; Corral apenas llegaba a los 50.

Renuncia como vicepresidente el 28 de marzo de 1911 -casi dos meses antes que Díaz- en plena turbulencia revolucionaria, para buscar en París la cura del cáncer en la garganta que creía haber desterrado años antes.

Consciente de que su mal no tenía remedio, pasa los últimos meses de su vida acompañado de su esposa Amparo y varios de sus hijos, en la reflexión y la escritura, con su nostalgia por Álamos y Sonora. Muere el 10 de noviembre de 1912, y desde entonces sus restos descansan en el panteón  Parisinode Pére-Lachaise —construido en 1804—. Su viuda Amparo Vélez de Escalante y Montijo falleció en la Ciudad de México un 17 de enero de 1952 y sus restos descansan en el panteón Español.

Junto a Corral están ahí también Musset, Balzac, Chopin, Delacroix, Marcel Proust y  Oscar Wilde; también el vocalista de The Doors Jim Morrison, fallecido en 1971 a los 27 años.

En el caso de Ramón Corral y las celebridades ahí reunidas, vale la afirmación de Marcenaro: “Demasiado célebres para que la envidia de un viviente al que le tocará una sepultura cualquiera pudiera soportarlos. Consciente de no haber realizado en vida nada por lo cual ser recordado” y “En Pere Lachaise las tumbas son libros abiertos, revelan sentencias”. Ramón Corral Verdugo es sin duda el sonorense más ilustre y de mayor rango político en México entre los siglos XIX y XX, y es la muestra de un pueblo educado como lo fue Álamos, de donde por cierto salieron otros grandes personajes.  [email protected]

 

 

 



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