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Sylvester Stallone: El luchador que no se rindió

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Nota publicada: 2025-08-03

Sylvester Stallone: El luchador que no se rindió

Sylvester Stallone no nació con una estrella en la frente, pero sí con una fuerza interior capaz de romper cualquier barrera. Nacido en Nueva York el 6 de julio de 1946, su llegada al mundo estuvo marcada por complicaciones médicas que le causaron una parálisis facial parcial. Ese gesto inconfundible —boca caída y voz arrastrada— que muchos veían como una desventaja, se convertiría en su sello más icónico.

Creció en una familia disfuncional, entre discusiones constantes, mudanzas y expulsiones escolares. Nunca fue el estudiante destacado, ni el joven popular. Era el marginado. Sin embargo, había algo en él que no cedía: una convicción silenciosa, una voluntad inquebrantable.

A los 21 años decidió convertirse en actor. Se matriculó en estudios de arte dramático, pero abandonó la teoría para lanzarse al ruedo. Vivió años de miseria en Nueva York, durmiendo en estaciones de autobús, vendiendo las joyas de su esposa y, en el momento más doloroso, tuvo que vender a su perro Butkus por 50 dólares. Pero nunca dejó de escribir.

En 1975, inspirado por una pelea entre Muhammad Ali y Chuck Wepner, escribió el guión de Rocky en solo tres días. Un estudio le ofreció hasta 350,000 dólares por la historia, con una condición: él no actuaría. Stallone lo rechazó. Repetidas veces. Solo aceptó cuando United Artists le ofreció 35,000 dólares y el rol protagónico. Con eso, lo primero que hizo fue recomprar a Butkus… por 15,000.

Rocky se estrenó en 1976. Costó menos de un millón de dólares y recaudó más de 225 millones. Ganó tres premios Oscar, incluida Mejor Película. Stallone pasó de la nada al estrellato. Pero más que fama, lo que consiguió fue respeto. Demostró que, si nadie cree en ti, tú debes creer en ti mismo. Que la disciplina puede superar al talento. Que incluso los improbables pueden convertirse en leyendas.

Después vinieron Rambo, Cobra, Tango & Cash… y también los fracasos. Tuvo caídas duras en los 90, pero nunca desapareció. En 2006 regresó con Rocky Balboa, en 2008 con Rambo, en 2010 con The Expendables, y en 2015 con Creed, donde interpretó al mentor y fue nominado nuevamente al Oscar, 40 años después.

Hoy, Stallone es actor, director, pintor, empresario y padre de cinco hijas. A sus casi 80 años, entrena todos los días y habla sin filtro de sus errores, sus inseguridades y su pasado.

Sylvester Stallone no es solo músculo ni cine de acción. Es la personificación de la resiliencia. Un hombre que cayó mil veces… y se levantó mil una.

Porque como él mismo dijo:

“No se trata de cuán fuerte puedes golpear. Se trata de cuán fuerte puedes ser golpeado y seguir adelante.”

Y eso, más que una frase de película, es una lección de vida.



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