• Hermosillo, Sonora, México a 2012-12-30  |  Año 29 No. 11    

Humberto Valdez


Nota publicada: 2012-12-30

La existencia de funcionarios públicos honrados y con vocación de servicio ha sido severamente cuestionada en los últimos años. Se les considera como una rara avis o una variedad de servidores prácticamente inexistentes. En parte, el cáncer de la corrupción ha provocado que se generalice el juicio social y se mida a todos los servidores públicos con el mismo rasero.

En la tradición política y cultural mexicana, el servidor público honrado, de vocación y capaz ha sido pobremente valorado. La generalidad lo estigmatiza como un tonto por no aprovecharse del cargo para hacer riqueza familiar, y el reconocimiento a sus méritos nunca ha pasado de las frías placas de bronce con fondo negro con más firmas que leyendas que nada dicen -entregadas por autoridades más por obligación que por convicción- y que por lo general acaban casi siempre en la sala de sus hogares, o en los rincones polvorientos del olvido al que llevan el tiempo y la pobreza.

La vertiente de la derecha, que en un tiempo fue oposición, influida por cuestiones ideológicas, ha calificado siempre al servidor público de carrera como un vividor del Estado o como un amante de los puestos públicos y del “presupuesto”, según han sostenido por años en sus proclamas partidistas. ¿Que dirán de eso los carteros, los telegrafistas, los maestros, las enfermeras, los técnicos profesionales, los soldados y todos aquellos silenciosos servidores que han dejado su vida en el servicio público?

En lugar de valorar el servicio público -y en contradicción con lo que siempre ofrecieron-, colonizaron rápidamente las administraciones públicas con allegados, parientes, miembros del partido o compromisos con los intereses que en un momento dado les tocó representar. La promesa de “gobiernos ciudadanos”, resultó un fiasco y la corrupción les llegó hasta la médula. Si así se hacía en el pasado, ¿por qué no en el presente? Ésa fue siempre su excusa.

Esa política de reclutamiento acabó en un fracaso, porque al ver la administración pública como un jugoso negocio lo confundieron todo; los fines, los medios y las prácticas.Les faltó mística, vocación y  entrega, todo lo que no viene incluido en los libros de autoayuda, ni en los consejos de mercadotecnia a los que son tan apegados.

Humberto Valdez Ruy Sánchez nació en Navojoa en 1944 y se crió en Huatabampo en una casa vecina a la residencia de Don Luis Zárate. Por la constante movilidad de sus padres, Inés María Ruy Sánchez Ramos y Humberto Valdez Corbalá, quien fungía como gerente del Banco Nacional de México en Huatabampo y después en Manzanillo, parte de la educación básica de Humberto se dio en Huatabampo, Cajeme, Navojoa y en el famoso puerto.

Posteriormente, mediante beca gestionada por un sacerdote amigo de la familia, la secundaria y la preparatoria las cursó en el Colegio Regis de Hermosillo. También becado por la AESMAC realizó su carrera profesional de Ingeniero Civil en el Tecnológico de Monterrey entre 1962 y 1967.

Con el decidido apoyo del ex diputado federal Gerardo “Chino” Campoy y la ayuda del entonces subsecretario de Obras Públicas Rodolfo Félix Valdés, Humberto obtuvo su primera plaza federal en la antigua Secretaría de Obras públicas en la antigua dirección de Computación y Estadística, desde donde contribuyó a consolidar la infraestructura olímpica -Palacio de los Deportes- que México debía preparar para la justa de octubre de 1968.

El secretario de Obras públicas en el gabinete de Gustavo Díaz Ordaz era Gilberto Valenzuela -hijo del sahuaripense Gilberto Valenzuela Galindo- ex secretario de Gobernación. Humberto Valdez aprovechó su estancia en el Distrito Federal para ampliar relaciones y conocimientos así como para dar clases en la facultad de Ingeniería de la UNAM y cursar la maestría en Planeación.

Trabajó también en la época de los titulares Luis Enrique Bracamontes y Pedro Ramírez Vásquez. En 1979 la suerte le cambia y es nombrado titular del Centro SAHOP en Baja California Sur, a donde llegó en el mes de enero. Coincide con la postulación como candidato del PRI a gobernador de Sonora de Samuel Ocaña García. Ocaña gana la elección y al momento de repasar la lista de representantes del gobierno federal en Sonora, su cercano colaborador Marco Antonio Cubillas le recuerda la cercanía de su paisano Valdez Ruy Sánchez en Baja California Sur y le sugiere promover su cambio de adscripción.

El gobernador Ocaña trata personalmente el asunto del cambio con el secretario Pedro Ramírez Vásquez, que sin problema alguno autoriza el cambio de Humberto a Sonora, donde llega como director del centro SAHOP en noviembre de ese año. Ocaña y el padre de Humberto se habían conocido participando en política en Navojoa ( Don Humberto fue alcalde interino a la salida de Roberto Talamante como jefe de la judicial estatal a fines de los sesenta, y Samuel Ocaña dirigía el hospital de Neumología).

Regresa a Sonora 11 años después de trabajar en la Ciudad de México y La Baja Sur, ya con experiencia y el fogueo necesario. Aquellos eran tiempos de prejuicios políticos sobre los forjados en el DF -“guachos”, les decían tratando de descalificarlos-, y para no batallar en su política de asentamiento local, Humberto se apoya en el secretario de gobierno Eduardo Estrella.

Con el tiempo y las definiciones políticas, Humberto Valdez ve fortalecida su permanencia en la administración pública y en Sonora cuando el ingeniero Rodolfo Félix Valdés es designado secretario de Comunicaciones y Transportes por el presidente Miguel de la Madrid en diciembre de 1982.

Con los cambios en la dirigencia estatal del PRI, a la salida de Alfonso Molina Ruibal y la llegada de Daniel Acosta Cázares, Humberto es designado director del CEPES en septiembre de 1983.

Símbolo de los tiempos, combinaba su responsabilidad en el gobierno federal con los trabajos de partido orientados a crear la plataforma de la sucesión gubernamental en 1985.

En noviembre de 1984 es postulado por el PRI candidato al gobierno estatal el Ingeniero Félix Valdés y Humberto se incorpora de lleno en la campaña. En el nuevo gobierno asume la estratégica secretaría de Planeación del Desarrollo.

En la elección de 1988, es mencionado con insistencia para ser candidato a la presidencia municipal de Hermosillo. En 1991 para Navojoa. En el primer caso,con anticipación, comunica su decisión de no participar para terminar en con el gobernador los proyectos de obras y la conclusión de las etapas de la carretera de cuatro carriles. A pesar del tiempo difícil por la crisis económica nacional que obligó a restringir el gasto público y a la supresión de proyectos estatales vinculados al recurso federal, la obra siguió sin interrupciones.

La primera etapa del proyecto de los cuatro carriles incluyó el tramo Guaymas-Hermosillo, la segunda Nogales-Hermosillo, la tercera Guaymas-Obregón, la cuarta Obregón-Navojoa, y la quinta, casi a punto de terminar el sexenio estatal, la de Navojoa-Estación Don. Un total de 822 kilómetros de carretera con todo y sus agregados, que con el tiempo ha contribuido a salvar vidas y a mejorar la economía estatal. Para quienes transitaron por años la carretera internacional de solo “dos carriles”, era muy familiar el paisaje de una multitud de cruces, y símiles de tumbas así como señalamientos, recordando a los fallecidos en accidentes.

La magna obra se hizo en cuatro años, en mucho (70%) con recursos estatales, sin conflictos políticos, sin dividir Sonora, con una gran visión de Estado, y en algunas etapas con apoyo (30%) del gobierno federal.

Al término del sexenio de Félix Valdés, Humberto incursionó en la  micro empresa con un éxito relativo. Le ganó el ADN del servicio público. No tuvo tanto éxito ni experimentó la metamorfosis del sector público al ramo empresarial con grandes logros personales como en su tiempo lo hicieron el filopanista Luis Fernando Heras Portillo, Samuel Fraijo, Mario Robinson y Vernon Pérez Rubio entre otros,que brincaron súbitamente del gobierno a la empresa privada.

Avanzado el gobierno de Manlio Fabio Beltrones se ocupó de tareas administrativas en la COAPAES y en el ISODEJ. Posteriormente ocupó cargos administrativos en el IMSS y en el ISSSTE. Incursionó por poco tiempo en el gobierno de Pancho Búrquez en el ayuntamiento de Hermosillo y creó su propia empresa de consultoría “Optimiza” durante algunos años.

En el sexenio del gobernador Eduardo Bours se incorporó en lo que sería su último cargo público estatal como secretario de Infraestructura y Desarrollo Urbano. Ahí permaneció de julio del 2004 a septiembre del 2009.

La impresionante cantidad de obras realizada por Eduardo Bours en la mayoría de los municipios de Sonora supera en mucho lo que hasta la fecha se presume en el gobierno de la “alternancia”, sobre todo en Hermosillo que es donde se han concentrado. Por más que los panistas digan y ataquen a quien consideran su villano favorito, no hay comparación. Destaco por ejemplo; la obra vial en Nogales, Hermosillo, Cajeme y Navojoa. El empuje a Guaymas, la carretera costera, Álamos, la vialidad Yaqui-Mayo, la comunicación pavimentada hacia las cabeceras municipales e incontables accesos modernos de comunicación hacia el interior de las zonas urbanas y rurales de Sonora. También una variedad de obras como Hospitales, auditorios, escuelas, urbanizaciones y muchas otras.

Con los gobernadores Félix Valdés y Eduardo Bours, Humberto Valdez hizo mucho por Sonora. Su obra ahí está.

Por méritos propios y por su vocación de servicio la figura de Humberto Valdez se ubica entre gente de la talla de servidores públicos de excelencia como Rolando García Urrea, José María Ruiz Vásquez,Alberto Zazueta Nieblas, Jorge Amaya,Jorge Piña Castro, René Arvizu Durazo entre otros, que dedicaron su vida a servirle a Sonora con honradez,vocación y eficacia.

Hoy Humberto Valdez en pleno retiro y después de 42 años de servirle a México y Sonora con su esposa Norma Cecilia Soto Gil vive con la modesta pensión a las que se hizo acreedor como funcionario federal en el ISSSTE con el trámite pendiente  de la “media pensión” en el ISSSTESON que hasta ahora el gobierno del Nuevo Sonora -increíble y a pesar de litigios ganados-,le ha regateado para que no fluya el recurso al que tiene derecho.

Él sí que vive en la honrada medianía Juarista de quienes se han dedicado a servirle a las instituciones. A diferencia de otros titulares que salieron del cargo como empresarios y propietarios y resolvieron su problema económico de por vida, Humberto vio pasar por sus manos miles de millones de pesos en los contratos de obras públicas pero nunca se aprovechó de sus cargos.

Ese es un gran mérito y por eso vive tranquilo en conciencia y con sus modestos ingresos en un estilo austero de vida, a pesar de que el gobierno del Nuevo Sonora a través del contralor Carlos Tapia -por su odio al pasado- le ha buscado por todos lados, no ha logrado manchar ni su prestigio ni su imagen. De su desempeño como secretario de Infraestructura en el gobierno de Eduardo Bours, le han abierto seis procesos ante la Contraloría estatal… y nada. A Humberto,muchos lo conocemos y sabemos de él lo que siempre ha sido: Un hombre honrado y capaz. Honor entonces a un servidor público de verdad, y muy feliz año a todos. [email protected]

 



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