• Hermosillo, Sonora, México a 2007-04-11  |  Año 29 No. 11    

José Luis Ramírez,Semblanza de un Campeón


Nota publicada: 2007-04-11

A principios de los setentas, empieza un paralelismo de formación entre José Luis y yo; por supuesto, él nunca se enteró de mi fantasía.
Camino a la “Secu 17”, era obligado el paso por el estadio “Jesús Ibarra” de Huatabamp; ahí, en el “dog out”, improvisadas instalaciones conformaban un gimnasio de boxeo. Caminatas cotidianas coincidían con el entrenamiento de José Luís, día tras día, golpe de costal tras golpe de pera loca. De noche, en búsqueda de canalizar la energía de la adolescencia, caminaba casi diario hacia la plaza Juárez, a respirar el ocio ambiental y ahí, en una esquina céntrica, veía trabajando a José Luis de “Hotdoguero”.
Por ese tiempo, el Club de Gatos fue el escenario de una función  en donde  la pelea estrella la encabezaban Agapito Villegas y Regino Corral. “Se dieron hasta con la cubeta”, describía la decisión de empate del cotejo. En las preliminares, José Luis amplió su record de invicto, noqueando en las postrimerías a un boxeador proveniente de Cd. Obregón.  Antes del pleito, en los camerinos provisionales, quedó grabado un gesto del “Zurdito” que reflejaba una de las características más importantes en él, la humildad, al darse cuenta que su contrincante se subiría con tenis converse, le hizo llegar unas zapatillas de boxeo.
Por el año de 1980, José Luis peleó en Miami, contra un boxeador que tenía “amarrada” una pelea de campeonato mundial contra el campeón británico Jim Watt; su nombre, Alexis Argüello. El zurdo lo tumbó espectacularmente y en un claro despojo, perdió la pelea por decisión de los jueces.
Fue campeón nacional venciendo al sinaloense “Betillo” Gutiérrez .
Finalmente, la perseverancia y la gran capacidad de sobreponerse en pelea de revancha levantándose de la lona, noqueó al puertorriqueño, Edwin “Chapo” Rosario, para coronarse campeón mundial de los pesos ligeros en el año de 1984; lo perdió frente al “Macho” Camacho y lo recuperó en el 87, frente al  medalla de oro olímpico, Terrence Alí.
Fue de los pocos boxeadores mexicanos en sobrepasar las 100 peleas; sus derrotas fueron muy pocas y ante apellidos como Olivares, Argüello, Manzini, Rosario, Camacho, y Chávez. Con su compadre Julio César, perdió una fraternal batalla por nocaut técnico después de una accidentada batalla para ceder el campeonato. Su record: 102 peleas, 93 triunfos, 9 derrotas, (82 k.o.).
Actualmente, deambula en las madrugadas recolectando latas de aluminio; hoy día, conduciendo su bicicleta, se le puede ver por las calles huatabampenses o en las gradas de alguna modesta función de boxeo.
Los dólares se perdieron seguramente en el panorama nebuloso que da, aunado a los golpes, la repentina capacidad adquisitiva que le permitía, por ejemplo, nadar en la Costa Azul, o en el mediterráneo francés, en donde recibió su primer golpe bajo, la muerte por ahogo de su amigo y manager, Ramón “Zurdo” Félix. A este hombre, José Luis le correspondió con lealtad, otro valor que fue característica en su personalidad y que difícilmente se encuentra actualmente. (Un ejemplo, “Camarón” Castro, sumándose a las filas del “Cuyo” Hernández, abandonando a Don Chava Mendoza, su descubridor.)
Una historia más alrededor del boxeo, que representa la pequeña rendija de luz para salir de la oscuridad que envuelve a la pobreza.  Desgraciadamente, esta cruenta activad sólo da la oportunidad a los superdotados, a los perseverantes, y a los que se crecen ante el castigo
José Luis es de esa estirpe. Hoy al deambular por las madrugadas, de vuelta a su origen, rinde un homenaje a los miles de boxeadores que se quedaron en la esquina contraria.
Hoy, a este coterráneo contemporáneo, ante este paralelismo generacional, le dedico estas letras que pretenden ser un reconocimiento ante tan golpeada trayectoria.



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