Nota publicada: 2025-11-14
En lo que va de noviembre de 2025, bitcoin profundizó su caída con una corrección superior al 25 % desde su máximo histórico de octubre (USD 126.270). Se desplomó hasta niveles por debajo de los USD 95.000 por primera vez en cinco meses. Lo que comenzó como una toma de ganancias aparentemente normal terminó convirtiéndose en una señal clara de agotamiento estructural y pérdida de impulso en el mercado.
Este movimiento descendente no fue impulsado por un único evento catastrófico. Es una combinación de factores interconectados. Entre ellos, un shock inicial de liquidez surgió entre el 2 y el 4 de noviembre, derivado de liquidaciones masivas en mercados de derivados, ventas sustanciales por parte de inversores de largo plazo y retiros notables de capital institucional a través de fondos cotizados en bolsa (ETF).
Respecto a lo anterior, estos elementos se agravaron mutuamente en un contexto de menor profundidad en los libros de órdenes de los exchanges y un aumento en la volatilidad, lo que transformó una venta inicial en una corrección más profunda y prolongada.
Eventos claves de la caída de precio
El desencadenante técnico principal fue una ola de liquidaciones en octubre que se extendió hasta noviembre, donde se eliminaron posiciones apalancadas por un valor aproximado de USD 19.000 en menos de 24 horas. Esta purga redujo drásticamente el interés abierto en contratos de futuros, dejando el mercado spot expuesto a presiones vendedoras adicionales por la falta de soporte de liquidez.
Este evento microestructural desestabilizó el ecosistema, al eliminar a muchos participantes que dependían de apalancamiento elevado, haciendo que el precio fuera más susceptible a fluctuaciones bruscas.
Paralelamente, los tenedores de largo plazo contribuyeron al declive al vender alrededor de 400.000 bitcoins en las semanas previas e inmediatas a la corrección, un volumen equivalente a entre 40.000 y 45.000 millones de dólares según los precios promedio del período. Esta liberación de suministro previamente ilíquido reflejó una toma de ganancias estructural, evidenciada por métricas on-chain que mostraron el movimiento de monedas desde wallet inactivas hacia exchanges.
En general, la caída fue resultado de incertidumbre macroeconómica, salida institucional, falta de liquidez y cambio de sentimiento entre los tenedores de largo plazo, reavivando la volatilidad y mostrando que bitcoin actúa como un termómetro del riesgo global. A continuación, vamos a desentramar cada punto.
Panorama macro: inflación, política monetaria y riesgo global
La corrección de bitcoin en las últimas semanas estuvo influida por un entorno macroeconómico mixto que generó una ventana puntual de cautela. Aunque la Reserva Federal ya dejó atrás su ciclo agresivo de alzas y la liquidez global M2 continúa en expansión, los inversionistas aguardaban el nuevo dato de inflación de EE.UU. (CPI), determinante para evaluar la velocidad y magnitud de futuros recortes de tasas. Esa incertidumbre temporal provocó una reducción de riesgo antes del dato, especialmente en activos de alta volatilidad.
A ello se sumó la paralización parcial del gobierno estadounidense, que retrasó la publicación de indicadores clave y abrió dudas sobre la estabilidad del gasto público a corto plazo. Este retraso alimentó una percepción de menor visibilidad económica, lo que llevó a que los flujos hacia instrumentos riesgosos disminuyeran de manera anticipada.
Preservación del capital
En ese contexto, los flujos institucionales hacia bitcoin -que meses atrás habían sido uno de los motores principales del optimismo- comenzaron a moderarse. Los grandes operadores ajustaron posiciones antes de conocer el CPI, trasladando el tono de prudencia de Wall Street al mercado. El resultado fue un cambio rápido de una fase de entusiasmo a una de preservación de capital.
Varias presiones se alinearon para amplificar el movimiento. La posibilidad de recortes más lentos elevó el costo de mantener posiciones especulativas y favoreció la toma de ganancias. Al mismo tiempo, arbitrajistas y fondos macro redujeron exposición preventiva, disminuyendo la profundidad del mercado justo cuando la oferta en venta aumentaba.
En síntesis, la caída de bitcoin no respondió a un entorno macro abiertamente bajista, sino a un ajuste temporal en las expectativas de liquidez y riesgo. En ese intervalo de incertidumbre, bitcoin fue uno de los primeros activos en reflejar la transición hacia una postura más cautelosa por parte de los inversores.
Catalizadores inmediatos del desplome del precio de bitcoin
La corrección de noviembre de 2025 tuvo su origen en el mercado al contado, no en los derivados como ocurrió en octubre. En una sola jornada clave del 3 de noviembre, bitcoin se desplomó más de 7 %. Lo que comenzó como un ajuste técnico se transformó en una ola de ventas masivas que evidenció un cambio en la dinámica del mercado: los inversores de largo plazo, que tradicionalmente aportan estabilidad al ecosistema, comenzaron a liquidar posiciones.
Según métricas on-chain recopiladas por Glassnode, estos holders de largo plazo vendieron cerca de 400.000 BTC en las semanas previas. Esto equivale a más de USD 45.000 millones, una de las mayores tomas de ganancias registradas en el ciclo actual. Buena parte de esas monedas habían permanecido inmóviles entre seis y doce meses. Esto revela que incluso los inversores más experimentados percibieron señales de agotamiento en la demanda.
Debilitamiento del soporte institucional y presión bajista persistente
El desinterés institucional acentuó la presión vendedora en noviembre. De acuerdo con CoinShares y AInvest, los productos regulados -incluidos los ETF y fondos de inversión basados en bitcoin- registraron salidas netas cercanas a los 1.000 millones de dólares durante el mes. Esto reflejo una rotación de capital hacia activos tradicionales ante la expectativa de políticas monetarias por parte de la Reserva Federal.
Simultáneamente, las denominadas “ballenas” (carteras individuales que poseen entre 100 y 1.000 BTC) redujeron su ritmo de acumulación a mínimos anuales. Mientras, las entidades con tenencias de entre 1.000 y 10.000 BTC comenzaron a desprenderse de parte de sus reservas, debilitando aún más el soporte en los niveles técnicos clave.
A diferencia del desplome de octubre, esta corrección no se originó por liquidaciones masivas de derivados. Según Coinglass, el total liquidado en las 24 horas del 7 de noviembre fue de apenas 2.000 millones de dólares, frente a los 19.000 millones de dólares de octubre. Sin embargo, la presión bajista se mantuvo debido a un incremento en las posiciones bajistas abiertas a través de opciones put con precios objetivo entre USD 80.000 y 85.000 respectivamente.
Analistas de datos on-chain y grupos de investigación como Investing, estiman que, si el flujo de ventas institucionales y minoristas persiste al ritmo actual, el mercado podría prolongar su fase de consolidación hasta abril o mayo de 2026, configurando un escenario similar al observado tras el rally de 2021, cuando bitcoin tardó casi medio año en recuperar niveles previos a la corrección.
Estructura del mercado que amplificó a caída
Aunque la corrección de noviembre se originó en el mercado al contado, la propia estructura del mercado de bitcoin hizo que el retroceso fuera más profundo. Los derivados -sobre todo los futuros perpetuos- no iniciaron la caída, pero sí amplificaron su impacto: el alto apalancamiento y los cambios bruscos en los funding rates aceleraron el cierre de posiciones una vez que el precio comenzó a descender.
Durante el período previo al desplome, los funding rates se mantuvieron persistentemente positivos, lo que incentivó la apertura de posiciones largas apalancadas. Este comportamiento, típico en fases eufóricas, generó una concentración excesiva de apuestas alcistas que, al revertirse el precio, se transformaron en liquidaciones automáticas. En cuestión de horas, el mercado pasó de mostrar exceso de optimismo a un proceso de cierre forzoso de posiciones que intensificó las ventas.
A este efecto se sumó un incremento notable en la volatilidad implícita. A medida que los traders comenzaron a cubrir sus posiciones mediante opciones, el costo de protección subió de forma abrupta, reflejando un aumento en la percepción de riesgo. En la práctica, esto significó que los movimientos de precios se amplificaran, ya que cada corrección generaba nuevas coberturas y más presión vendedora.
Por otro lado, la liquidez en los niveles técnicos clave resultó insuficiente para absorber el volumen de ventas. Al acercarse el precio al soporte psicológico de los 100.000 dólares, la profundidad del libro de órdenes se redujo considerablemente: bastaron órdenes medianas para desplazar el precio varios miles de dólares. Esa fragilidad estructural provocó que los compradores se retiraran, temiendo un nuevo tramo bajista.
En conjunto, el apalancamiento excesivo, la escasa liquidez y el repunte de la volatilidad formaron un círculo vicioso que amplificó el movimiento descendente.
Señales on-chain y comportamiento de los inversores
Las señales on-chain ofrecieron una lectura clara: el mercado dejó de confiar en la continuidad del impulso alcista y pasó a protegerse. En la segunda semana de noviembre, el interés abierto en derivados cayó más del 25 %. Esta contracción es típica de un deleveraging, donde las posiciones apalancadas se cierran y desaparecen compradores automáticos. Menos apalancamiento activo significa menos contrapartida para absorber ventas, lo que aumentó la tensión en el mercado spot.
Al mismo tiempo, los indicadores de expectativas mostraron cambios importantes. Por ejemplo, el índice de volatilidad implícita registró saltos claros. Los operadores pagaron primas más altas por opciones, lo que indica que esperaban oscilaciones más amplias y preferían comprar protección antes que asumir más riesgo.
El comportamiento de las ballenas reforzó esta tendencia. Carteras con entre 100 y 1.000 BTC frenaron su acumulación hasta los niveles más bajos del último año. Al mismo tiempo, las instituciones mantuvieron una demanda relativamente baja en productos regulados. Esta retirada de compradores tradicionales dejó un vacío en la demanda marginal.
En contraste, la capitalización de stablecoins creció alrededor de 3.200 millones de dólares en una semana. Esto muestra que parte del capital buscó refugio temporal en liquidez “en espera” en lugar de reinvertir en el mercado spot.
¿Qué depara el futuro?
La caída del precio de Bitcoin se asemeja más a una fase de consolidación que a un colapso estructural. A corto plazo, es probable que el activo se mueva entre USD 95.000 y 85.000 mientras se ajustan la oferta y la demanda. Si los flujos institucionales no regresan y la presión vendedora persiste, esta consolidación podría prolongarse hasta el segundo trimestre de 2026.
Los niveles actuales coinciden con zonas de alto volumen negociado, donde compradores y vendedores redefinen el valor, generando un balance dinámico. Sin embargo, los flujos institucionales que impulsaron el rally anterior muestran desaceleración, lo que reduce la probabilidad de movimientos fuertes hasta que entre nuevo capital.
La distribución de oferta activa indica que muchos tenedores compraron en este rango y tienden a defenderlo, creando soportes naturales, pero también techos temporales cuando buscan recuperar costos. Si los ETF y fondos no reanudan entradas significativas y la presión vendedora de corto plazo persiste, la fase de balanceo podría extenderse varios meses. Ciclos previos muestran que el precio necesita tiempo para absorber beneficios tras un máximo local, reflejando una estabilización típica tras descontar expectativas alcistas.
El impacto en el mercado fue inmediato: Ether retrocedió un 15 %, muchas altcoins cayeron entre 20 % y 40 %, y tokens de baja liquidez registraron pérdidas mayores. La correlación entre activos aumentó, mientras gestores rebalancearon carteras reduciendo exposición a BTC y ETH, amplificando la salida de capital. Productos regulados registraron salidas semanales superiores a USD 800 millones, y la capitalización de stablecoins creció cerca del 8 %, reflejando un traslado hacia liquidez preventiva.
La recuperación dependerá de la reactivación de entradas netas, la estabilización on-chain y señales macro que reduzcan la prima por riesgo, factores clave para que Bitcoin retome tendencia alcista.