Nota publicada: 2025-10-26
La ciencia mexicana atraviesa una de sus peores crisis en décadas. Según datos recientes, el 75% de los investigadores en el país no logra encontrar empleo dentro de su área, lo que ha provocado que miles de científicos busquen oportunidades en el extranjero. Esta situación ha generado una preocupante fuga de cerebros que debilita el desarrollo tecnológico y científico nacional.
La falta de plazas estables, la escasa inversión en investigación y la limitada vinculación entre el sector académico y la industria han creado un entorno desfavorable para los profesionales altamente capacitados. Muchos doctores y posdoctorados se ven obligados a dedicarse a trabajos ajenos a su formación o a migrar a países donde la ciencia tiene mayor apoyo institucional y financiero.
Este desequilibrio revela una desconexión profunda entre la educación superior y las políticas públicas que deberían impulsar la innovación y la competitividad. Expertos advierten que, si no se fortalecen los programas de financiamiento, infraestructura y retención de talento, México continuará perdiendo a sus mejores mentes.
Invertir en ciencia no solo genera conocimiento: también promueve desarrollo económico, independencia tecnológica y bienestar social. Sin una acción inmediata, el país corre el riesgo de rezagarse aún más en el avance científico global.