
Nota publicada: 2025-09-11
En agosto, la policía de Connecticut encontró los cadáveres de Stein-Erik Soelberg, de 56 años, y de su madre, Suzanne Eberson, de 83, en una elegante residencia del pueblo costero de Old Greenwich. De acuerdo con la autopsia, la muerte de la mujer resultó ser un homicidio causado por “traumatismo contundente en la cabeza y compresión del cuello”. El fallecimiento del hombre, en tanto, fue clasificado como un suicidio por “heridas cortantes en el cuello y en el pecho”.
Soelberg había pasado jornadas maratónicas conversando con el chatbot de inteligencia artificial ChatGPT, creado por la empresa OpenAI, y en un rapto de delirio, estimulado por la herramienta, decidió asesinar a su madre y luego quitarse la vida.
El caso no representó una dificultad para la policía local, que en gran medida se limitó a revisar las redes sociales del hombre, donde todo el proceso había quedado expuesto en detalle.
Pero lo inusitado de la situación llamó la atención de los investigadores, que no dieron crédito al extremo al que había llegado la relación de Soelberg con el bot, al cual –se supo luego– llamaba cariñosamente Bobby.
Alternativa de “amistad”
El hombre –que se definía en las redes sociales como “guerrero de la Matrix”– era un exitoso empresario del rubro tecnológico, tenía dos hijas y, según medios como New York Post o The Wall Street Journal, atravesaba un periodo de alcoholismo y angustia a raíz de su divorcio.