
Nota publicada: 2025-07-12
En lo que se considera “un gran momento para México”, la ruta del pueblo wixárika hacia el centro ceremonial de Wirikuta fue inscrita este sábado de manera oficial en la Lista de Patrimonio Mundial de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia (Unesco, por sus siglas en inglés).
La resolución se tomó esta mañana (tiempo de México) durante la 47 sesión del Comité del Patrimonio Mundial que se celebra en la sede de aquel organismo internacional en París desde el pasado día 6 y hasta el 16 de julio.
La propuesta presentada por la representación mexicana fue aprobada de manera unitaria y sin ninguna observación de los estados parte de la Unesco.
En ella –como se informa en la edición de hoy de este diario— se hizo hincapié en que el itinerario sagrado Tatehuarí Huajuyé (El camino de nuestro abuelo Fuego) es una de las rutas precolombinas aún en uso más representativas en América.
Detalló, asimismo, que se trata de “un testimonio excepcional de la persistencia de las tradiciones culturales del pueblo wixárika” y “un ejemplo excepcional de la interrelación entre la cultura y el entorno natural en las prácticas espirituales” de ese pueblo originario.
Poco después de aprobarse la inscripción, un representante del pueblo wixárika o huichol tomó la palabra en su lengua ante el pleno del comité de la Unesco para agradecer “el compromiso del Estado Mexicano con la protección de nuestros territorios y sitios sagrados después de varios años de lucha”.
La ruta wirárika es un peregrinaje ancestral que se realiza de forma anual al centro ceremonial de Wirikuta. Se trata de un corredor de más de 500 kilómetros que atraviesa 20 sitios sagrados por los estados de Nayarit, Jalisco, Zacatecas, San Luis Potosí y Durango
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) difundió que el valor universal excepcional de esta ruta se basa en la vinculación de los sitios sagrados con elementos fundamentales de esa tradición, “como el fuego, la lluvia, el maíz, el peyote, el águila real, el lobo o el venado, a través de actividades rituales tradicionales y sofisticadas que abarcan el cultivo, la caza, la recolección y la pesca”.
Destacó que “la combinación de peregrinaciones ceremoniales a sitios sagrados naturales, prácticas agroforestales ancestrales, arquitectura vernácula, el modelo arquitectónico de los templos y los ciclos rituales que giran en torno al cultivo del maíz wixárika, constituye el testimonio vivo más excepcional de los modelos culturales milenarios de Mesoamérica”.
Se advierte, sin embargo, que “estas áreas podrían verse sometidas a importantes presiones debido a la minería, la urbanización, el uso de tierras privadas y un turismo culturalmente inapropiado, en particular relacionadas con el consumo de peyote”.
La iniciativa surgida hace más de 30 años tuvo de fortaleza la preponderante participación de las comunidades wixaritari respaldadas por los gobiernos federal, a través del INAH, y estatales vinculados.