• Hermosillo, Sonora, México a 2025-10-19  |  Año 29 No. 11    

Ejercicio de la crítica: ¿aportación o riesgo?


Nota publicada: 2025-10-19

Ejercicio de la crítica: ¿aportación o riesgo?

Bulmaro Pacheco

Ejercer la crítica se ha convertido en un oficio muy peligroso en México en los últimos siete años. El asesinato de periodistas y personas de los medios de comunicación —más las agresiones a otros— se ha convertido en un serio riesgo para la democracia y el sistema político mexicano.

Todos los días, desde la cima del poder, se agrede y se censura a ciertos comunicadores de todo el país y a los críticos que no están de acuerdo con los líos que se carga el oficialismo.

Se les moteja en distintos tonos: “Comentócratas”, se les dice con desprecio; “los que no nos quieren”, “conservadores”, “enemigos de la transformación”, hasta llegar al extremo de calificarlos como “traidores a la Patria” (sic).

El “nuevo gobierno” ya va para ocho años en el poder y en ningún momento ha hecho autocrítica. Ni sus peores fracasos, como el INSABI, Birmex, Segalmex —y sus desfalcos—, el combate al huachicol y la corrupción, la inviabilidad financiera de las obras emblemáticas del gobierno pasado, el involucramiento de Alfonso Romo y su casa de bolsa Vector en negocios turbios —según el departamento del Tesoro—, ni los serios problemas del sector salud, les han merecido reconocerse como autores de las pifias cometidas. Esto tiene varias razones:

1. Siguen obsesionados con la herencia del pasado, echándole la culpa de todos sus errores a los gobiernos anteriores. Son incapaces de reconocer un solo error, aunque a cada rato cambien a funcionarios que son señalados como responsables de fallas, corruptelas y fracasos.

2. Ni siquiera en la peor crisis de salud que hemos vivido en el siglo XXI en México —la pandemia del COVID-19— tuvieron la objetividad de reconocer pifias y errores. En aquel tiempo nos dijeron que, si la crisis de la pandemia llegaba a 60 mil muertos, era para preocuparse; pero que no llegaríamos a tal cifra. Al final, la crisis rebasó los 800 mil muertos por el COVID y ni siquiera reconocieron que se equivocaron. El responsable de manejar la crisis —que fracasó— fue premiado con un nombramiento en representación internacional de México. ¿Así cómo, pues?

3. Nos dijeron que al final del sexenio de López Obrador íbamos a tener un sistema de salud mejor que el de Dinamarca. Allá, donde el sistema de salud es gratuito y eficaz para todos, se han eliminado enfermedades endémicas y se han combatido con éxito los problemas de los tiempos de espera en cirugía y consultas de especialidades, y se ha eliminado el problema del abasto de medicamentos y la atención directa a la población abierta —esa que no cuenta con régimen alguno de seguridad social—. Se les criticó desde varias trincheras, y en lugar de hacer autocrítica y reconocer sus mentiras, la volvieron a agarrar contra el pasado. Cero autocrítica y toda la culpa a sus opositores.

4. Nos dijeron que íbamos a tener la gasolina más barata y que ya no se repetirían los gasolinazos del pasado. Que se iba a reducir la importación de hidrocarburos porque México incrementaría sus niveles de refinación de petróleo con la construcción de nuevas refinerías.

Pero no fue así, porque la gasolina sigue subsidiada y, en cifras conservadoras, por ahora estamos importando más del 50 % de la gasolina que consumimos. La refinería de Dos Bocas todavía no produce nada y se nos va el ingreso petrolero en la compra de combustibles en el extranjero para paliar los déficits nacionales. ¿La culpa? También del pasado, de la corrupción y los saqueos (sic).

5. Tanto la presidenta como los miembros de su gabinete se la llevan atacando con torpeza y simplismo a los partidos de oposición más fuertes de México. Del PRI dicen que ya murió (sic) —ganas tienen— y cada día endurecen las amenazas veladas de desafuero contra su dirigente nacional, Alejandro Moreno. Al PAN le enderezan cuando quieren ataques contra el senador Ricardo Anaya Cortés, también  dicen que al partido lo dirige el cártel inmobiliario (sic) y que está en crisis de representación local y nacional —ganas tienen también, y no lo disimulan—. La despiadada campaña en contra de la alcaldesa Rojo de la Vega, de la delegación Cuauhtémoc, en la Ciudad de México; la orquestada contra el ex candidato a la jefatura de Gobierno, Santiago Taboada; y el tardío reconocimiento al derecho de Kenia López Rabadán —quitándole el primer día la representación oficial para que no apareciera con la presidenta en actos oficiales— para presidir la Cámara de Diputados, son tan solo una muestra de esa saña.

De Movimiento Ciudadano, últimamente, han afirmado que anda buscando alianzas con el PAN porque se sienten solos, y ya lo bautizan como “McPAN” (sic).

La crítica recurrente del gobierno a los partidos de oposición es cada vez más intensa, y no solo se ataca a los partidos, sino que se busca involucrar en delitos diversos a sus dirigentes, utilizando toda la información oficial.

¿Por qué tanto ataque a los partidos de oposición si, en su estrategia, dicen que no cuentan, porque los eliminaron de cualquier peso real en la votación de las Cámaras federales y además están en decadencia?

El motivo principal es su inseguridad y el cúmulo de errores e ineptitud que están demostrando en las tareas de gobierno por no hacer autocrítica y buscar culpables de sus cada día más recurrentes crisis de gobernanza. Además de la corrupción que les salta a cada rato: la crisis insalvable de Adán Augusto; la crisis de Sinaloa y su gobernador; el retiro de visas por parte del gobierno de los Estados Unidos a varios miembros de Morena; el asesinato de sus representantes populares; la crisis —inédita— del huachicol fiscal; y la presencia cada día más notable, tanto del hampa organizada como la del expresidente de la República en las funciones de gobierno. Todo esto los ha sacado de ritmo y están dando palos de ciego buscando culpables por todos lados.

Tampoco cuentan con un plan definido de gobierno y le dedican mucho tiempo a temas insustanciales, y que solo abonan a la egolatría de haber llegado al poder y no querer soltarlo, ni en el mediano ni en el largo plazo.

Y finalmente, la cerrazón política al no dialogar con los adversarios y la tendencia cada vez más visible de centralización y concentración de los poderes en uno solo.

Por eso y más, el ejercicio de la crítica en México, más que una   necesaria práctica política y un aporte para la democracia, como en el mundo civilizado, es cada día más un riesgo y un motivo de molestia para el mundo oficial.

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