• Hermosillo, Sonora, México a 2025-09-20  |  Año 29 No. 11    

GOBERNADORES: Los usos del poder


Nota publicada: 2025-09-20

GOBERNADORES: Los usos del poder

Bulmaro Pacheco

Ante el gobernador de Sonora con licencia, Plutarco Elías Calles, vecinos del sur de Sonora denunciaron al gobernador encargado del despacho, Cesáreo Soriano, por haber recibido más de 3 mil dólares para autorizar juegos de azar en Navojoa y Huatabampo.

Calles reprendió a Soriano —diputado local— y le pidió abandonar el Palacio de Gobierno. Soriano era un viejo amigo del guaymense cuando trabajaba en el ferrocarril que recorría el tramo de Nacozari a Agua Prieta, pasando por Fronteras, donde trataba con frecuencia al entonces comerciante y agricultor.

Posteriormente hicieron política en Agua Prieta y en el estado, basados en esa amistad. A partir del desaguisado por el cobro de prebendas para autorizar juegos prohibidos por la ley, la amistad se interrumpió y ya no volvió a recuperarse. Soriano se regresó a Douglas, Arizona, y de ahí a San Diego, California, donde murió en 1942. Calles ascendió de gobernador a secretario de Gobernación (1920-1924), Presidente de la República (1924-1928) y, ante el asesinato del presidente electo Álvaro Obregón, fue creador del llamado “maximato” entre 1928 y 1935. Fue invitado por Lázaro Cárdenas a abandonar el país e irse al exilio en abril de 1936, y regresó hasta el gobierno del presidente Ávila Camacho. Murió en la Ciudad de México en octubre de 1945.

El gobernador de Sonora, Fausto Topete Almada (1927-1931), se rebeló contra el gobierno de la República, inconforme por el asesinato del presidente electo Álvaro Obregón Salido, en lo que se llamó “la Revolución Renovadora”. El presidente Emilio Portes Gil promovió ante el Senado de la República la llamada “desaparición de poderes”, que se operó en abril de 1929.

Ya caído, Topete fue demandado por el gobierno federal por daños ocasionados por los bombardeos y los enfrentamientos a balazos. Se exilió en el estado de California, EUA, donde desempeñó varios oficios hasta que se estableció en Mexicali, dedicado a la agricultura. Sería después candidato al Senado por Sonora, apoyando al candidato presidencial de oposición Ezequiel Padilla en 1946. Murió en Mexicali en 1952 y sus restos fueron sepultados allá. Fausto y su hermano Ricardo —ambos de Álamos y posteriormente residentes en Huatabampo— son recordados por su lealtad a Álvaro Obregón.

El gobernador Ramón Ramos Almada (1935-1939) quedó en medio del pleito entre el presidente Lázaro Cárdenas y su antecesor Plutarco Elías Calles y, sin deberla ni temerla —también como a Topete—, le desaparecieron los poderes en diciembre de 1935, cuando apenas llevaba cuatro meses en el cargo.

La terna propuesta por el presidente ante el Senado para sustituir a Ramos fue la siguiente: general Jesús Gutiérrez Cázares, general Ignacio Otero y Gustavo Padrés, gerente del Banamex.
Se eligió a Gutiérrez Cázares, a quien relevó el primer gobernador indígena de Sonora, Román Yocupicio, en 1937, dando lugar a la elección de Anselmo Macías Valenzuela para el período 1939-1943.

Ramos Almada se retiró a la vida privada y murió poco tiempo después en un accidente en Chihuahua.

Carlos Armando Biébrich, electo gobernador de Sonora para el sexenio de 1973 a 1979, renunció al cargo en octubre de 1975, apenas cumplidos dos años en el cargo.

¿Jugó mal la sucesión presidencial de ese año?

¿Interpretó mal la solución del problema agrario en Sonora?

¿Se ganó por aceleres políticos la enemistad del presidente de la República?

Todo un misterio que dio lugar a tensiones políticas en la entidad. Biébrich optó por la renuncia al cargo ante la amenaza de “desaparición de poderes”, en un año trágico por la aplicación de esa figura en Hidalgo y Guerrero, afectando a Otoniel Miranda y a Israel Nogueda Otero.

Biébrich ocuparía después cargos en el partido y en el gobierno, y murió en Hermosillo de COVID-19 en enero de 2021.

En el período mencionado cayeron o renunciaron muchos gobernadores estatales por diversas causas; la más socorrida era la descomposición política y la ingobernabilidad en algunos estados donde la figura del gobernador estaba muy desacreditada. Capítulo aparte merecen las alternancias en el poder local y las rencillas entre los grupos locales para tomar venganza de los que se iban.

La mayor parte de las renuncias y persecuciones se dieron en los tiempos de gobierno del PRI y el PAN: Ahora ninguno.

Así sucedió en Quintana Roo con Mario Villanueva Madrid y en Baja California Sur con Guillermo Mercado Romero, quienes fueron encarcelados por delitos diversos.

También pisaron la cárcel Rodrigo Medina y Jaime Rodríguez Calderón (Nuevo León), Rosario Robles (Ciudad de México), Roberto Borge (Quintana Roo), Javier Duarte y Flavino Ríos (Veracruz), Tomás Yarrington y Eugenio Hernández (Tamaulipas), Luis Armando Reynoso (Aguascalientes), Guillermo Padrés (Sonora), Jesús Reyna García (Michoacán), César Duarte (Chihuahua), Roberto Sandoval (Nayarit), Narciso Agúndez (Baja California Sur),Andrés Granier (Tabasco) Jorge Juan Torres y Humberto Moreira (Coahuila), y Mario Marín (Puebla).

El gobernador Ángel Aguirre Rivero, de Guerrero, fue separado del cargo por el problema de los desaparecidos de Ayotzinapa, sin que haya sido juzgado hasta ahora.

A pesar de las malas gestiones estatales señaladas por la opinión pública en casos como los de Sinaloa, Tamaulipas, Chiapas, Nuevo León y Campeche, entre otros, en el gobierno de Morena de 2018 a la fecha, sus gobernadores no han experimentado baja alguna.

Para justificarse de que nada les pasa, salen con la cantaleta de que “no somos iguales”, que las cosas “ya no son como antes” y que sus gobernadores, por más mal que gobiernen deben permanecer en el cargo, porque sería un error separarlos. Porque —según ellos— sería atacar a su movimiento y desacreditar sus postulados.

La realidad es que no quieren que se sepa como llegaron al poder y de que forma—y con el apoyo de qué grupos— se sostienen. La mazorca podría desgranarse y evidenciar otros ingredientes.

Así ha ocurrido con el caso del gobernador Rocha Moya de Sinaloa —ampliamente rebasado por la crisis—que, por más errores que comete y por más señalamientos que recibe, el gobierno federal lo defiende y lo mantiene en el poder.

¿Inexplicable?
No. Es la idea que tienen en Morena de que ‘por ser diferentes’ sus errores no pesan en la sociedad aunque los habitantes de algunos Estados a cada rato se manifiesten en su contra. Dicen que, como llegaron en 2018 a nombre de un “cambio”, no se les puede juzgar como en el pasado sucedió con los gobernadores del PRI, PAN, PRD e independientes que fueron removidos, juzgados penalmente y encarcelados.En los cuestionados tiempos del “odiado neoliberalismo", los gobernadores estatales fueron perdiendo la impunidad que los caracterizó por años y muchos de ellos pisaron la cárcel; Torpezas, malos manejos, rencillas, corrupción, errores políticos, vinculación con el hampa organizada e incapacidad fueron algunos de los problemas que los caracterizaron. Los mismos que hoy los habitantes de Estados en permanente conflicto y en donde empiezan a limitarse las libertades, le señalan a sus gobernadores…pero nada pasa porque se dicen diferentes y se sientes elegidos (sic) por la historia. Lo mismo que decían los aduladores de Porfirio Díaz en el ocaso de su gobierno. No tardarán en despertar. Sus pueblos ya lo hacen y la Presidenta y su partido ya los padecen y no hallan como quitárselos de encima.

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