Nota publicada: 2025-10-02
Hasta hace unos pocos años, los grandes atracos de bancos tenían lugar en las sucursales, con máscaras y armas. El ladrón ya no necesita entrar por la puerta; con un algoritmo es suficiente. En 2026, el mundo financiero no se enfrentará a individuos aislados, sino a inteligencias artificiales que podrían llegar a atacar miles de veces por segundo, perfeccionar fraudes y vulnerar transferencias, aprendiendo al instante de cada sistema de defensa.
“Estamos en la antesala de una guerra invisible, pero no por ello menos letal. La pregunta para cada institución financiera no es si será atacada, sino si su infraestructura resistirá cuando el algoritmo enemigo toque a la puerta. Quien vea la ciberseguridad como un costo y no como la condición misma de su crecimiento, en 2026 no estará compitiendo en el mercado: estará jugando con su reputación y la confianza de millones de clientes”, advierte Daniel Mendieta, executive director de Conecta, compañía experta en HSMs y cifrado, que acompaña a diversas instituciones a fortalecer su seguridad digital y cumplir con los más altos estándares.
La nueva ofensiva: cuando la IA juega para el otro equipoLos algoritmos ofensivos ya no son experimentos de laboratorio. En 2024, el 45% de las instituciones financieras reconocieron haber sido víctimas de ciberataques potenciados con IA. Los criminales digitales no sólo automatizan ataques: ahora generan deepfakes hiperrealistas para engañar a directivos, manipulan sistemas de autenticación y ejecutan fraudes invisibles en transferencias.
El desafío ya no es evitar que los ataques ocurran, sino reaccionar con la velocidad que exige el entorno digital.
Cada minuto sin reacción multiplica costos, compromete el cumplimiento normativo y erosiona el activo más frágil de cualquier institución financiera: la confianza.
La vulnerabilidad del crecimiento financiero digitalLas instituciones financieras como bancos, SOFIPOs y fintech de base tecnológica han sido las grandes protagonistas de la inclusión financiera en México. Sin embargo, ese mismo crecimiento digital abre grietas: más operaciones vía SPEI, más datos sensibles en la nube, más clientes conectados desde dispositivos inseguros.
Un estudio de IBM reveló que en 2024 el costo promedio de una brecha en el sector financiero alcanzó los 6.08 millones de dólares, un 22 % más alto que en otros sectores.
No se trata solo de dinero: se trata de continuidad operativa y supervivencia reputacional, señala Mendieta.
Regulación que corre detrás de la amenazaReguladores en Europa y América Latina avanzan en normas como DORA o NIS2, o en el caso de México la adopción de normativas internacionales como ISO/IEC 27001 o el Esquema Nacional de Seguridad (ENS), que exigen resiliencia operacional y cumplimiento estricto. Pero la realidad es que la IA ofensiva evoluciona más rápido que los marcos regulatorios. Si el compliance es el único escudo, las instituciones quedarán expuestas. La defensa debe ser técnica, automatizada y encriptada, no solo documental.
El lado defensivo: infraestructura crítica como estrategiaEl contrapeso está en blindar la infraestructura con herramientas de última generación:
Infraestructura HSM para custodiar llaves criptográficas.Cifrado bancario en tiempo real que proteja cada transacción SPEI.Cifrado de extremo a extremo en pagos electrónicos para que la información no sea interceptada.Criptografía aplicada a finanzas como estándar de confianza.Cumplimiento normativo bancario reforzado con auditorías continuas y automatizadas.La ciberseguridad financiera ya no es un gasto de TI ni una opción estratégica: en México es una obligación regulatoria. Sin un marco sólido de protección de datos bancarios, cifrado en tiempo real y cumplimiento normativo, ninguna institución puede sostener su crecimiento ni garantizar la confianza de sus clientes.
El futuro cercano: 2026 como año de pruebaDe aquí a 2026 veremos la consolidación de ataques autónomos diseñados para paralizar infraestructura crítica. Las instituciones financieras que no aceleren su estrategia digital segura estarán en riesgo de perder algo mucho más valioso que dinero: la confianza de sus clientes e inversionistas.
La historia se repite: cada avance tecnológico trae consigo un contraataque. Pero esta vez el enemigo no duerme, no descansa y no olvida: es un algoritmo diseñado para vencer. Si la ciberseguridad en pagos electrónicos y el cifrado bancario no se convierten en prioridad absoluta, el futuro digital del sector financiero dejará de ser promesa para convertirse en vulnerabilidad.