Nota publicada: 2025-09-14
Las transformaciones de Sonora en la historia
Bulmaro Pacheco
El acueducto Independencia, una obra de 152 kilómetros que parte de la presa Plutarco Elías Calles (El Novillo), requirió originalmente una inversión de 3,800 millones de pesos.
La idea había sido planteada años antes por la grave situación del abasto de agua en la capital del estado y desató fuertes controversias. Fue en el gobierno de Guillermo Padrés, en 2010, cuando se retomó el proyecto, generando nuevos conflictos entre Hermosillo y Obregón.
La obra se realizó y, con el tiempo, se consolidó como un proyecto de largo plazo que aporta entre el 30 y el 35% del agua que se consume en la zona centro y sur de Hermosillo.
Esta obra —que cambió el curso de la historia de la capital—, si se hiciera hoy, costaría aproximadamente el doble de lo originalmente presupuestado.
El proyecto fue ampliamente debatido y enfrentó a la población del centro con la del sur de Sonora con algunos brotes de violencia. La batalla política y social fue intensa y dejó efectos políticos duraderos.
El juicio de la historia ha llegado pronto a esa obra, como sucede con todas las decisiones controvertidas que despiertan pasiones; hoy el acueducto Independencia está al servicio de los capitalinos resolviendo—debates aparte— el problema para el que fue creado.
Otro ejemplo es la carretera de cuatro carriles de Estación Don a Nogales, aspiración histórica de los sonorenses.
Durante décadas, cientos de cruces a la orilla de la antigua carretera de dos carriles recordaban a quienes habían perdido la vida en accidentes provocados por lo angosto del camino, donde rebasar era casi prohibido por el riesgo que implicaba.
En 1977, el gobernador Carrillo Marcor anunció que había solicitado formalmente al secretario de Comunicaciones del gobierno de José López Portillo la construcción de la carretera, pero no obtuvo respuesta. El país enfrentaba la primera devaluación del peso desde 1952 y las tensiones políticas en Sonora no cedían tras la caída del gobernador Carlos Armando Biébrich en 1975.
Años después, Rodolfo Félix Valdés presentó directamente la solicitud al presidente Miguel de la Madrid, a partir de 1985, cuando asumió la gubernatura.
La obra se llevó a cabo primero con recursos propios del gobierno estatal, en el contexto de una época difícil para la economía mexicana y las finanzas públicas. En los años ochenta, el costo por kilómetro rondaba los 4 millones de pesos; hoy estaría entre 12 y 15 millones. La obra se hizo a tiempo y por quien tuvo visión de largo plazo. Con el tiempo, a la carretera de asfalto se le agregó concreto hidráulico—a excepción del tramo Hermosillo-Santa Ana— y fue perfeccionada hasta quedar concluida, mejorando sustancialmente las comunicaciones en el estado. Esto impulsó la modernización social y económica de Sonora, facilitó la apertura comercial tras el TLC, fortaleció las exportaciones a Estados Unidos y mejoró el transporte de pasajeros.
Fue, sin duda, una obra concebida con visión de futuro que transformó el desarrollo de la entidad.
La lucha contra el analfabetismo en Sonora fue una prioridad para la mayoría de los gobernadores, desde que los programas federales lo incluyeron entre sus políticas estratégicas. Durante el sexenio de Manuel Ávila Camacho y el gobierno del general Anselmo Macías Valenzuela, se lograron avances notables. Para inicios del siglo XXI, el analfabetismo se redujo a menos del 2% (1.6) y la escolaridad promedio de los habitantes superó los 11 años. Esta transformación educativa fruto de la acción federal y los gobernadores cambió profundamente la historia de Sonora.
La Universidad de Sonora, fundada en 1942, cuenta hoy con 39,840 estudiantes de licenciatura y posgrado en seis unidades regionales. A su consolidación han contribuido todos los gobernadores, en mayor o menor medida, desde su creación. Su existencia y desarrollo han marcado el rumbo histórico de la entidad.
La creación del ITSON, junto con el sistema federal de educación tecnológica (tecnológicos federales, descentralizados y universidades tecnológicas), ha atendido alrededor del 26 % de la demanda de educación superior en Sonora. Estas instituciones también han transformado la región al formar a miles de jóvenes, y ninguna ha desaparecido desde su fundación.
Con la llegada del IMSS en 1955, sus servicios cubren al 64% de la población —junto con los del ISSSTE desde 1963 y la Secretaría de Salud federal desde 1943— hoy cubren a casi el 100% de la población. Esto ha consolidado el derecho constitucional a la salud y contribuido a combatir las principales enfermedades de la región.
En materia de empleo y desarrollo económico, la instalación de la industria maquiladora en distintas zonas del estado, junto con la apertura de la planta Ford en 1985 y las empresas que surgieron a su alrededor, fueron motores fundamentales para la economía.
Lo que hoy existe en Sonora no se creó en un solo sexenio ni se ha “reinventado” después, por lo que debemos evitar versiones simplistas que distorsionen el sentido de la historia.
Desde 1943 —cuando en la Constitución se establecieron los sexenios en los Estados— ha habido continuidad en las principales obras para modernizar el estado. Superadas las desapariciones de poderes de 1929 y 1935, los conflictos políticos de 1961 y 1967, la renuncia de Biébrich en 1975 y las tensiones con el gobierno federal en 1976 por el problema agrario, la modernización se profundizó durante el gobierno de Abelardo L. Rodríguez (1943-1949). Rodríguez, quien había gobernado Baja California (1923-1930) y presidido la República (1932-1934), llegó a la gubernatura de Sonora con amplia experiencia política y empresarial, y relaciones clave en el gobierno federal que facilitaron gestiones para el estado.
Hubo otros gobernadores —como Rodolfo Elías Calles, Ignacio Soto—que contribuyeron a la construcción de las grandes presas de Sonora y a la “revolución Verde” que generó desde Sonora un premio Nóbel de la paz para el científico estadounidense Norman Bourlaug.
Por ello, resultan innecesarias las descalificaciones y los juicios apresurados sobre quién ha sido el “mejor gobernador de Sonora en la historia”. Es preciso evaluar qué obras transformaron realmente a Sonora y tuvieron impacto duradero para emitir juicios objetivos.
Perseguidos política y jurídicamente ha habido solo cuatro gobernadores de Sonora en poco más de un siglo: Cesáreo Soriano , Fausto Topete, Carlos Armando Biébrich y Guillermo Padrés.
Sonora ha tenido gobernadores amigos, o colaboradores en el gabinete del Presidente de la República a los que se les ha facilitado la tarea de gobernar y han aprovechado para traer obras a Sonora. Otros los ha habido promotores del desarrollo con muchos comunicación con la gente y con visión de Estado.
Dice el historiador Javier García Diego que: “La historia se convierte en el conocimiento más importante dentro de las disciplinas humanas, como la única que nos permite entender lo que somos y, por lo mismo, la que mejor explica el evanescente presente, el que al momento de ser enunciado dejó de ser tal y pasó a ser historia.”
Y reafirma:“Si bien la historia como conocimiento no es exacta, como proceso es rigurosamente puntual: nunca se adelanta y jamás se atrasa.” La historia está ahí, no al mejor postor, ni al servicio de intereses de coyuntura, sino al servicio de la verdad. Con ella no se juega: porque más temprano que tarde, emitirá sus juicios.