Nota publicada: 2025-08-28
En cuclillas junto al borde de un estanque pantanoso, el científico Brad Hollingsworth recupera un pequeño dispositivo de grabación cuya tarjeta de memoria contiene 18 horas de sonido.
De regreso al Museo de Historia Natural de San Diego, el herpetólogo emplea inteligencia artificial (IA) para analizar rápidamente los datos, un paso crucial en la lucha para restaurar la rana de patas rojas nativa de California.
En cuestión de minutos, la IA revela una vibrante variedad de fauna silvestre: ululatos de búhos, picoteos de pájaros carpinteros, aullidos de coyotes y croar de ranas arbóreas. Fundamentalmente, no se oye el croar de la rana toro invasora, que diezmó las poblaciones nativas durante el pasado siglo.
Esta ausencia señala un paso positivo en los esfuerzos por reintroducir la rana de patas rojas, que había desaparecido en gran medida del sur de California.
Los esfuerzos de conservación buscan restaurar un ecosistema que se extiende a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México. Sin embargo, la construcción de muros fronterizos por parte de la administración Trump genera gran preocupación por su impacto en la vida silvestre y el medio ambiente en general.
Con un tamaño de entre cinco y 13 centímetros, la rana de patas rojas es el batracio nativo más grande del oeste estadunidense. Históricamente, estos anfibios abundaban en la costa de California y en Baja California, México, antes de que sus poblaciones disminuyeran.
Se cree que esta especie es la protagonista del cuento de Mark Twain de 1865, La célebre rana saltarina del condado de Calaveras, y sus patas traseras carmesí se consumieron durante la fiebre del oro. Pero a medida que la población de la rana de patas rojas disminuyó, la toro, con sus patas traseras aún más grandes, se introdujo en los menús durante el auge de California a finales del siglo XIX y principios del XX.
La población de anfibios de patas rojas fue diezmada por el apetito insaciable de las ranas toro y las enfermedades que trajeron las especies no nativas, pero también porque perdió gran parte de su hábitat debido a la sequía y al desarrollo humano en forma de casas, represas y más.
Hollingsworth no pudo estimar la cantidad de ranas de patas rojas que quedan, pero dijo que han desaparecido de 95 por ciento de su distribución histórica en el sur de California.
Robert Fisher, del Programa de la Iniciativa de Investigación y Monitoreo de Anfibios del Servicio Geológico de Estados Unidos, buscó la rana durante décadas a lo largo de unos 400 kilómetros desde Los Ángeles hasta la frontera. Encontró sólo una en 2001 y ninguna después.
Los científicos que utilizaron ADN de ranas de patas rojas capturadas en el sur de California antes de su desaparición descubrieron que eran genéticamente más similares a la población de México que cualquiera de las que aún se encontraban en California.
Diplomacia anfibia
En 2006, Fisher, Hollingsworth y otros visitaron Baja California, donde oyeron hablar de una pequeña población de ranas de patas rojas. Anny Peralta, entonces estudiante de Hollingsworth en la Universidad Estatal de San Diego, se unió a ellos. Encontraron unas 20 ranas, y Peralta se sintió inspirada a dedicar su vida a su recuperación.
Peralta y su esposo fundaron la organización sin fines de lucro Fauna del Noroeste en Ensenada, México, cuyo objetivo es promover la gestión adecuada de los recursos naturales. En 2018, comenzaron a construir estanques en México para impulsar la población de ranas que posteriormente proporcionarían huevos para repoblar la especie al otro lado de la frontera.
Pero justo cuando se preparaban para reubicar las masas de huevos, llegó la pandemia de covid. Peralta y los científicos estadunidenses se apresuraron a conseguir permisos para el inusual cargamento y un piloto para acercar las dos neveras portátiles con huevos a la frontera. El resto de su viaje hacia el norte fue por carretera, después de que los huevos pasaran una inspección de la guardia fronteriza.
Durante los pasados cinco años, Hollingsworth y su equipo han buscado sonidos para demostrar que sus esfuerzos por repoblar estanques en el sur de California dieron resultado.
El 30 de enero, escuchó el gruñido silencioso y distintivo del llamado reproductivo de la rana de patas rojas en un audio marcado por IA.
“Sentí que me había quitado un gran peso de encima porque pensábamos que el proyecto podría estar fracasando”, declaró Hollingsworth. “Y luego, las dos noches siguientes, empezamos a oír más y más y más”.
Durante los dos meses siguientes, se escuchó a dos machos cantar a viva voz en el micrófono 11 de uno de los estanques. En marzo, justo debajo del micrófono, se encontró la primera masa de huevos, lo que demostró que no sólo habían eclosionado de los huevos traídos de México, sino que también habían puesto los propios en Estados Unidos.
El papel de la IA
Los conservacionistas recurren cada vez más a la inteligencia artificial para monitorear animales al borde de la extinción, rastrear la reproducción de especies reintroducidas y recopilar datos sobre el impacto del cambio climático y otras amenazas.
Los herpetólogos están aprovechando las herramientas basadas en IA que ya se utilizan para analizar conjuntos de datos de sonidos de aves, con la esperanza de que ayuden a crear paisajes sonoros para identificar anfibios y rastrear su comportamiento y patrones reproductivos, según Zachary Principe, de The Nature Conservancy, quien colabora con el museo en el proyecto de la rana de patas rojas. Estas herramientas también podrían ayudar a los científicos a analizar decenas de miles de archivos de audio recopilados en universidades, museos y otras instituciones.
Los científicos que trabajan para restaurar la población de ranas de patas rojas en el sur de California esperan contar pronto con tecnología satelital que enviará grabaciones de audio a sus teléfonos en tiempo real, para que puedan actuar de inmediato si se detecta algún depredador, en particular ranas toro.
También podría ayudar a rastrear el movimiento de las ranas, que pueden ser difíciles de encontrar en la naturaleza, especialmente porque las criaturas de sangre fría no pueden detectarse utilizando imágenes térmicas.
El análisis de IA del audio del estanque ha ahorrado tiempo a Hollingsworth y a los demás, quienes antes tenían que escuchar minuciosamente incontables horas de archivos de audio para detectar los llamados de la rana de patas rojas, que se asemejan al sonido de un pulgar frotado sobre un globo, por encima de la cacofonía de otros animales.
“Se oyen ranas arbóreas cantando, vacas mugiendo, una carretera cercana con una motocicleta yendo y viniendo a toda velocidad”, señaló Hollingsworth sobre el paisaje sonoro de los estanques. “Hay búhos, patos chapoteando, todo ese ruido”.
Población binacional
La rana de patas rojas es la más reciente especie que ve resultados positivos gracias a la cooperación binacional a lo largo de la frontera de casi 3 mil 200 kilómetros que abarca California, Arizona, Nuevo México y Texas. Con el paso de los años, los lobos grises mexicanos han regresado a su hábitat histórico en el suroeste de Estados Unidos y México, mientras el cóndor de California ahora sobrevuela los cielos desde Baja California hasta el norte de California.
Basándose en el reciente recuento, los científicos estiman que hay más de 100 ranas adultas de patas rojas en los estanques del sur de California, y se avistaron renacuajos en un nuevo sitio.
El equipo planea continuar transportando masas de huevos desde Baja California, donde la población ha aumentado de 20 a hasta 400 ranas adultas, con la esperanza de desarrollar poblaciones prósperas en ambos lados de la frontera. En estos sitios ya se observan menos mosquitos portadores de enfermedades como el dengue y el zika.
Un estanque de restauración en Baja California, construido recientemente por la organización de Peralta, rebosaba de ranitas, cuyos diminutos ojos se movían en su superficie acuática cubierta de helechos. Algún día podrían poner huevos para su reubicación en Estados Unidos.
“No saben de fronteras, visas ni pasaportes”, resaltó Peralta sobre las ranas. “Este es sólo su hábitat y estas poblaciones necesitan reconectarse. Creo que esto demuestra que podemos restaurar este ecosistema”.