• Hermosillo, Sonora, México a 2007-09-08  |  Año 29 No. 11    

Rodolfo Félix� Valdés


Nota publicada: 2007-09-08

Para la opinión pública en general siempre ha sido una constante el observar que quien haya sido gobernador de algún estado, al salir del cargo ya no volvía a tener la necesidad de trabajar. ¿Las razones? Según los observadores, el cargo les daba y los dotaba para mucho y, al mismo tiempo, les permitía ahorrar y acumular lo suficiente como para no preocuparse después -en ocasiones de por vida- ni siquiera por los gastos más elementales para la sobrevivencia. Toda una falacia.
Más o menos el mismo razonamiento se hace para los ex presidentes de la República, pero a diferencia de aquellos, los ex presidentes sí gozan de un sueldo de por vida al terminar su sexenio, lo que les garantiza cuando menos vivir decorosamente, por encima de la necesidad. De los ex presidentes que viven, el único que no lo cobra es Ernesto Zedillo.
Claro que con excepciones señaladas, algunos -que eran los menos- entraron de gobernadores casi con el problema económico personal resuelto -aunque después agrandaron su patrimonio-; eso también lo percibía la gente que en un tiempo, ilusamente, se dejó llevar por la sesgada e interesada idea de que el gobernante debía ser “rico para que no robara”, o que “debía tener dinero para que no cayera en la tentación…”
Ideas -o prejuicios- desmentidas por la realidad y de suyo muy desafortunados que funcionaron en alguna época, pero que, de entrada, siempre fueron concepciones erradas, porque el tratar de aplicarse en todos sus términos y en todas las realidades de la política, nos regresarían a la senda de las plutocracias, que tuvieron como basamento principal en los aspirantes a gobernar la posesión de grandes patrimonios como requisito para llegar al poder; con ello, y si así fuera, se cerrarían las puertas de la movilidad política y social, cerrazón que ha sido causa y motivo de todo conflicto político, revolución, divisionismo de clase e inestabilidad popular en cualquier realidad mundial, nacional o local. Las regresiones tan nefastas pues que acechan a todo cambio.
Con la alternancia de un partido a otro, los gobernadores sufrieron el rigor de las revisiones de sus cuentas porque algunos de sus negocios andaban tan de boca en boca que no resistían el menor juicio. Así le pasó, por ejemplo, al enjuiciado ex gobernador de Morelos, Sergio Estrada Cajigal;  al de Querétaro, Ignacio Loyola; y al de Baja California Sur, Guillermo Mercado Romero, a éste último los colaboradores de Leonel Cota le revisaron a fondo sus cuentas y se autoexilió en los EUA. Fue apresado cuando con cierto candor pasó a México por Tijuana, convocado para revisar lo relativo a los trámites de su pensión en el ISSSTE.
Como contraparte, ha habido gobernadores que al salir del cargo lo primero que hacen es revisar -en su caso, los que tenían derecho a pensión federal la han ejercido- sus antiguas oficinas o empresas que manejaron antes de asumir el cargo para reincorporarse a desempolvar asuntos y trabajar de nuevo, porque salieron del cargo económicamente igual o peor a como entraron.  Ejemplos: Braulio Maldonado, de Baja California; Guadalupe Cervantes Corona, en Zacatecas; Alfonso Calderón en Sinaloa; o como el caso de Samuel Ocaña y Rodolfo Félix Valdés en Sonora; entre otros. Pensionados vía el ISSSTE por la Secretaría de Salud, el primero, y por Comunicaciones y Transportes el segundo, con cantidades no mayores a los 14 mil pesos mensuales.
Alejandro Carrillo Marcor al finalizar su encomienda en 1979, no tenía pensión. El gobierno estatal se la asignó en los noventa, a unos cuantos años antes de su muerte.
A Félix Valdés, por años y por causas de sobra conocidas, se le ha tratado de regatear el reconocimiento a su obra de gobierno; sin embargo, el tiempo –ay!, el tiempo y la historia- que en política son los mejores jueces de todos los que pudieran ostentarse como tales, le ha dado lo que en su tiempo se le desconoció. El ex gobernador es recordado como un hombre honesto, práctico, derecho y congruente. Tuvo una enorme visión y empleó la gran experiencia acumulada en años de servicio público en buenos niveles del gobierno federal, que lo llevaron hasta la titularidad de  la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, para darle a su estado natal lo mejor de sí en obras que hasta la fecha de su arribo al poder nadie había concretado para la entidad.
Basta señalar algunas como muestra: la carretera de 4 carriles; la interconexión de Sonora con Chihuahua vía Yécora; el desarrollo de las obras del río Sonora, la elevación de la cortina de la presa Ruiz Cortines, la presa de El Molinito; el programa agrario integral de Sonora, que se anticipó a la compra de tierra para resolver el reparto; el tremendo impulso al desarrollo acuícola, y la operación descentralizadora de servicios y obras a los municipios conocido como FORTAMUN.
Como para señalar con objetividad y sacar cuentas exactas: ¿Cuántos Secretarios de Estado ha tenido Sonora en los últimos años como para presumirse? Que se recuerde sólo Félix Valdés, en la SCT entre 1982 y 1984, y Luis Donaldo Colosio, en la SEDESOL entre 1992 y 1993. Otros casos y con diversos matices por sus orígenes, mucho más atrás lo fueron Ernesto P. Uruchurtu, Jorge Díaz Serrano y Gilberto Valenzuela hijo en el D.F., PEMEX y Obras públicas, respectivamente.
Sobre el arribo a la candidatura al gobierno estatal de Félix Valdés, y para no dejarle todo al anecdotario, vale la pena citar al ex presidente Miguel de La Madrid, testigo de lujo de los entretelones de la sucesión sonorense de 1985. En sus memorias (pp. 368-369), el ex presidente afirma: “Al hacer la auscultación entre las fuerzas de poder locales y después de que cada grupo de opinión se manifestaba a favor de cierta candidatura, se les consultaba su opinión sobre Rodolfo Félix Valdés, entonces Secretario de Comunicaciones y Transportes y, por tanto, el sonorense de más prestigio en el ámbito nacional. En todos los casos, los grupos auscultados lo situaron por encima de los candidatos locales, aunque manifestando dudas de que yo lo dejara ir.”[…] “Sus dudas eran válidas, pues yo me resistía a aceptar la pérdida que para mi gabinete significaría la salida de un espléndido secretario de Estado […] Así que después de escuchar muchas opiniones para lograr un verdadero diagnóstico, se concluyó que los grupos locales están tan peleados entre sí, que tenía que venir un tercero a arreglar la situación.”
“Por otro lado, el grupo de gente cercana al gobernador, entre la que había precandidatos, no está muy prestigiado en la comunidad. La verdad es que Sonora está muy bien en el terreno económico, pero no en el político.” (MMH. Cambio de rumbo”)
Virtudes de Félix Valdés: visionario, abrió la política a diversos grupos, supo escuchar a las diferentes corrientes sociales y honesto en lo personal. Un profesional de la ingeniería muy bien equipado para entender las necesidades de la infraestructura de la entidad. Respetado entre los practicantes de su oficio, nunca estuvo involucrado en escándalos que pudieran poner en duda su autoridad moral, a pesar de que tenía y tuvo en sus manos infinidad de licitaciones y contratos de obras de todo tipo cuando el “boom” nacional de la infraestructura.
Al terminar su gestión en 1991, Félix Valdés a los 69 años de edad se retiró a la modestia de su despacho profesional, se retiró del servicio público y de la política y buscó trabajo en lo que siempre supo hacer: la ingeniería civil; esa que aplicó junto a Javier Barros Sierra, José Hernández Terán, Bernardo Quintana, Luis Enrique Bracamontes, Gilberto Borja y una pléyade de gigantes que tuvieron a su cargo la construcción y el diseño para la modernidad de la infraestructura carretera e hidráulica de México después de la Segunda Guerra Mundial.
A esa estirpe de mexicanos pertenece el ciudadano de Nacozari nacido en la sierra en 1922, de la auténtica cultura del esfuerzo que gobernó su estado de 1985 a 1991, que hizo cosas por Sonora y por México. A sus 85 años cumplidos puede reflexionar con firmeza que para hacer política y servirle con pasión a la gente, los hechos son los que realmente y en el fondo cuentan y hablan por la persona y el gobernante y lo que sobran son las palabras. Con el capital moral que siempre lo distinguió como  funcionario público y gobernante, tanto sus enemigos como sus detractores le hicieron los mandados. Enhorabuena para un gran mexicano y un sonorense de excepción.



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