Nota publicada: 2025-05-28
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu aseguró este miércoles ante el Knéset que Israel ha dado muerte a Mohammad Sinwar, recién nombrado jefe de Hamás en la Franja de Gaza y hermano menor del fallecido Yahya Sinwar. “Eliminamos a Mohammad Deif, (Ismail) Haniyeh, Yahya Sinwar y Mohammad Sinwar”, proclamó, añadiendo que el país vive “un dramático giro hacia una derrota total de Hamás”.
Pero a las pocas horas, funcionarios de defensa citados por la prensa israelí advirtieron que “no hay confirmación” independiente de la muerte del comandante, sembrando dudas sobre la magnitud del golpe. La organización islamista no ha emitido, por ahora, ningún reconocimiento público.
Netanyahu ya había declarado el 21 de mayo que Sinwar “probablemente” había muerto durante un bombardeo israelí contra el Hospital Europeo de Khan Yunis dos semanas antes. La operación—según fuentes médicas locales— dejó al menos 16 muertos y 70 heridos (Haaretz). En aquella ocasión, la Fuerza Aérea atribuyó la acción a la presencia de un “complejo subterráneo” bajo el centro médico.
El domingo 18 de mayo, los canales saudíes Al-Hadath y Al-Arabiya afirmaron que “el cuerpo del líder de Hamás en la Franja de Gaza, Mohammed Sinwar, fue hallado en un túnel en Khan Yunis, junto con los cadáveres de diez de sus ayudantes”. Los mismos reportes añadieron que el comandante de la Brigada Rafah, Mohamed Shaban, pereció en el ataque. No obstante, dichas cadenas citaban fuentes anónimas y sin prueba fotográfica.
Esa falta de evidencia empuja a la cautela. “Incluso si Israel matara al líder de Hamás en Gaza, los próximos movimientos de Trump determinarán el curso de la guerra”, advirtió el diario israelí Haaretz en un análisis que subraya cómo la administración estadounidense presiona por un alto el fuego mientras Netanyahu busca “una victoria simbólica”.
Más allá de la niebla bélica, el ascenso de Mohammad Sinwar ilustra la capacidad de Hamás para regenerar su liderazgo. Tras la muerte de Yahya en febrero —una baja que Israel aún publicita como su mayor éxito— Mohammad fue designado líder militar y político en Gaza. Descrito por analistas como una figura “oculta” que rara vez aparecía en público, se unió a Hamás en 1987, luchó en la primera Intifada y participó en el secuestro del soldado Gilad Shalit en 2006.
En 2021, sobrevivió con heridas leves a un ataque selectivo durante la Operación Guardián de los Muros. Su especialidad, dicen los servicios de inteligencia israelíes, era la logística de túneles y el suministro de cohetes de largo alcance. Su papel en la ofensiva del 7 de octubre habría sido “clave”, junto al de su hermano.
¿Qué tan decisivo sería el golpe?El anuncio de Netanyahu llegó acompañado de otra afirmación: Israel “está tomando el control de la distribución de alimentos” en Gaza, mediante un mecanismo apadrinado por Estados Unidos. La referencia al suministro humanitario destaca la dimensión propagandística de una guerra que hoy entra en su vigésimo mes.
Para el primer ministro, la eliminación de Sinwar refuerza la tesis de que los carros de combate israelíes avanzan hacia “la derrota total”. Para el gabinete de guerra, agotado por presiones externas —Washington habla de “escenario humanitario catastrófico”—, la victoria táctica ofrece una pausa retórica.
Los precedentes invitan a moderar expectativas. Entre octubre y marzo, Israel anunció la muerte de altos jefes como Mohammad Deif, Marwan Issa y Rafah Salama. Cada deceso, verificado o no, fue seguido por una respuesta de Hamás y una reconfiguración interna. “El liderazgo es reemplazable, las estructuras permanecen”, apunta Kobi Michael, exdirector del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional en Tel Aviv.
Hamás mantiene células en el norte y el sur de la Franja, mientras parte de su cúpula política opera desde Qatar y Turquía. Incluso si Sinwar cayó, el vacío podría llenarse con mandos como Khalil al-Hayya o Mohammed Al-Deif hijo, cuyo paradero sigue siendo desconocido.
Gobiernos árabes guardaron silencio; Qatar, mediador de las últimas treguas, dijo estar “verificando” la información. En Washington, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional repitió la línea habitual: “No comentamos sobre operaciones en curso”. Sin embargo, la Casa Blanca ha instado estos días a Israel a aceptar una nueva ronda de negociaciones indirectas con Hamás para asegurar liberación de rehenes.
Analistas coinciden en que la confirmación independiente —imágenes, ADN, reconocimiento de Hamás— será clave para determinar el impacto diplomático. Por ahora, la narrativa israelí seguirá topándose con la frase “sin confirmación” de sus propios mandos castrenses.
En Israel, la aprobación de Netanyahu ha repuntado levemente tras las victorias anunciadas, pero un 60 % de la población, según sondeos de Channel 13, desconfía de los partes oficiales. La tensión con las familias de los 58 rehenes aún cautivos también persiste; temen que matar a líderes de Hamás limite los márgenes de negociación.
En Gaza, la población civil continúa pagando el precio. El Ministerio de Salud controlado por Hamás cifra los muertos en más de 53 mil. Organismos humanitarios hablan de “hambruna inminente” en el norte. La ONU, que perdió 180 trabajadores desde el inicio de la guerra, insiste en la urgencia de corredores seguros que Tel Aviv considera secundarios mientras “queden comandantes terroristas vivos”.