Nota publicada: 2025-05-30
Washington. Estados Unidos duplicará su arancel a las importaciones de acero del 25 al 50 por ciento, para defender la producción nacional, anunció el presidente Donald Trump el viernes, durante un mitin en una planta de US Steel en Pittsburgh (noreste).
“Vamos a imponer un aumento del 25 por ciento. Vamos a elevar los aranceles del 25 por ciento al 50 por ciento sobre el acero que ingresa a Estados Unidos, lo que reforzará aún más la seguridad de la industria siderúrgica estadounidense. Nadie va a eludirlo”, declaró Trump ante los trabajadores siderúrgicos.
La medida, anunciada en la planta Mon Valley Works-Irvin de West Mifflin, podría impulsar aún más los precios de un metal utilizado para fabricar viviendas, automóviles y otros bienes.
“No queremos que el futuro de Estados Unidos se construya con acero de mala calidad de Shanghái (China). Queremos que se construya con la fuerza y el orgullo de Pittsburgh”, dijo Trump en el acto.
El precio de los productos de acero aumentó 16 por ciento desde que Trump asumió la presidencia, según el índice de precios al productor (IPP).
Desde que volvió a la presidencia en enero, Trump ha impuesto aranceles generalizados, tanto a aliados como a adversarios, medidas que han sacudido el orden comercial mundial y agitado los mercados financieros.
También ha impuesto tarifas aduaneras de 25 por ciento a productos específicos como el acero, el aluminio y los automóviles.
“Es un gran honor para mí aumentar los aranceles al acero y al aluminio de 25 a 50 por ciento, a partir del miércoles 4 de junio”, escribió posteriormente en su red Truth Social.
México es el tercer exportador de acero a EU
Según la Administración de Comercio Internacional de Estados Unidos, desde marzo de 2024 hasta febrero de 2025, Brasil fue el segundo mayor exportador de acero a Estados Unidos con 3.7 millones de toneladas métricas, seguido por México con 2.9 millones. El primero es Canadá.
Según la misma fuente, Argentina, cuyo presidente ultraliberal Javier Milei mantiene una relación cercana con Trump, fue el sexto exportador de aluminio en 2024 a Estados Unidos, con más de 176 mil toneladas.
Estados Unidos importa aproximadamente la mitad del acero y el aluminio que utiliza en industrias como la automotriz, la aeronáutica, la petroquímica y productos básicos de consumo como las conservas.
Durante una visita a una planta de la empresa US Steel, con sede en Pensilvania –un estado del noreste estratégico en términos electorales y cuna de la siderurgia nacional– Trump elogió la fusión que él mismo aprobó el pasado 23 de mayo entre US Steel y su rival japonesa Nippon Steel, sobre la que aún se ha divulgado poca información.
Trump prometió que “US Steel seguirá controlada por Estados Unidos” y su sede se quedará en Pittsburgh. También aseguró que no habrá despidos ni externalización de puestos de trabajo debido al acuerdo.
“El diablo en los detalles”
Una propuesta de venta de US Steel a Nippon Steel por valor de 14 mil 900 millones de dólares suscitó anteriormente la oposición de republicanos y demócratas.
El ex presidente demócrata Joe Biden bloqueó el acuerdo por motivos de seguridad nacional poco antes de dejar el cargo.
En un comunicado, David McCall, directivo del poderoso sindicato United Steelworkers (USW) expresó su preocupación por el impacto de la fusión “en la seguridad nacional” y “la viabilidad y sostenibilidad a largo plazo de las instalaciones actuales del USS”.
“Emitir comunicados de prensa y hacer discursos políticos es fácil. Lograr compromisos vinculantes es difícil. El diablo siempre está en los detalles, y esto es especialmente cierto con una empresa maliciosa como Nippon Steel, que ha violado repetidamente nuestras leyes comerciales”, apuntó.
Según Trump el acuerdo con Nippon crearía al menos 70 mil empleos y sumaría 14 mil millones de dólares a la economía estadounidense.
Los líderes sindicales afirman desconocer qué parte de los 14 mil millones de dólares se destinará a las plantas representadas por el sindicato, si es que van a parar a alguna.
Trump se opuso al plan de adquisición de Nippon Steel durante la campaña electoral, pero desde su regreso a la Casa Blanca cambió de parecer.