Nota publicada: 2025-05-08
Moscú. Con la sintonía personal que caracteriza cada encuentro de sus líderes, Rusia y China reivindicaron este jueves en el Gran Palacio del Kremlin su derecho a estrechar relaciones en beneficio mutuo, sin importar las presiones y amenazas de aplicar sanciones desde Washington, lo que se desprende con toda claridad de las dos declaraciones conjuntas –sobre estabilidad estratégica global y fortalecimiento de los nexos bilaterales– que firmaron el anfitrión, Vladimir Putin, y el huésped, Xi Jinping.
En la ceremonia de firma, en la Sala de Malaquita del Kremlin, transmitida en directo por el canal Rossiya-24, Putin destacó que las relaciones entre Moscú y Pekín “han alcanzado el nivel más alto de su historia: son autosuficientes y no dependen de factores políticos internos ni de la actual situación mundial”.
El presidente de Rusia, tras constatar que “el heroico pasado común y la hermandad de combate son una base fiable para impulsar y robustecer las relaciones entre ambos países”, enfatizó que “la asociación estratégica y cooperación global” entre Moscú y Pekín se basan en “los principios inviolables de igualdad de derechos, asistencia y apoyo recíprocos, y la amistad inquebrantable de los dos pueblos y Estados”.
Para el titular del Kremlin, ambos países “tienen posiciones coincidentes o muy cercanas” en los principales puntos de la agenda internacional y “practican una política exterior independiente que busca contribuir a crear un orden multipolar más justo y democrático”.
Por su parte, el mandatario de China subrayó que ambos países, “en tanto factor positivo y avanzado de estabilización en la comunidad mundial, deben de estar hombro con hombro en la resuelta defensa del orden mundial basado en el sistema de relaciones internacionales de las Naciones Unidas y en el derecho internacional, y contribuir siempre a un mundo multilateral igual para todos”.
Enfatizó: “Importa seguir siendo locomotora en la gestión global mediante el respaldo recíproco”.
Xi considera que el derecho a decidir el futuro del planeta y de distribuir los logros del desarrollo global pertenece “a todos los países del mundo por igual”. En ese sentido, China y Rusia “como grandes potencias con mercados en formación asumen la noble misión de asegurar que el desarrollo global se lleve a cabo en clave más justa y racional”.
El gigante asiático –según se lee en una de los documentos firmados por Putin y Xi– apoya los esfuerzos de su vecino para “garantizar la seguridad y la estabilidad, el desarrollo nacional y la prosperidad, la soberanía y la integridad territorial, y se opone a la injerencia externa en los asuntos internos de Rusia”.
De su lado, Rusia reafirma su compromiso con el principio de “una sola China”, se opone a la independencia de Taiwán en cualquiera de sus formas y apoya firmemente las acciones del gobierno chino para proteger su propia soberanía e integridad territorial, así como para unificar el país.
En relación con Ucrania, Moscú valora la posición “objetiva e imparcial” de Pekín sobre “la crisis ucrania” y acoge con satisfacción “el deseo de China de desempeñar un papel constructivo en su solución por medios políticos y diplomáticos”.
En ese contexto, Putin y Xi están convencidos de que “para una solución duradera y sostenible de la crisis ucrania, es necesario eliminar sus causas originarias, respetando los principios de la Carta de las Naciones Unidas en su totalidad, integralidad e interrelación, así como el principio de indivisibilidad de la seguridad, teniendo en cuenta los intereses y preocupaciones de todos los Estados en materia de seguridad”.
Rusia y China condenan el impacto “extremadamente negativo” que tienen sobre la estabilidad en la región de Asia-Pacífico los intentos de Estados Unidos y sus aliados de ampliar la presencia de la alianza noratlántica en esa región, de formar ahí “bloques de composición estrecha” y de involucrar a los países de la región en la instrumentación de sus estrategias indo-pacíficas.
Los dos países proponen “abandonar la mentalidad de la Guerra Fría” y solucionar las controversias mediante un diálogo equitativo y consultas respetuosas, así como fomentar la confianza para excluir peligrosos “errores de cálculo” y abstenerse de acciones que creen “riesgos estratégicos”.
En el plano económico, Moscú y Pekín acordaron “seguir fortaleciendo la asociación energética integral”, lo cual supone apoyar a los operadores económicos de ambas partes en la instrumentación de proyectos en áreas como el petróleo, el gas tanto natural como licuado, la energía nuclear con fines pacíficos, el carbón, la electricidad y las energías renovables.
Asimismo, decidieron “aumentar el nivel de interacción financiera”, en otras palabras, intensificar los nexos entre los bancos, ampliar el uso del rublo y el yuan en los pagos, y facilitar las gestiones en materia de seguros y agencias de calificación.
Las conversaciones de Putin y Xi, quien se quedará en Moscú para asistir a los festejos del 80 aniversario de la victoria del pueblo soviético sobre el nazismo alemán, duraron siete horas y media –cara a cara, en formato ampliado con sus respectivas comitivas e incluso en un receso para tomar té en ambiente distendido– y también asistieron a la ceremonia de firma de un convenio intergubernamental para protección de inversiones y de otros 25 convenios y memorandos de intención entre instituciones rusas y chinas.
Tregua, en entredicho
Aunque en las primeras ocho horas desde que entró en vigor el alto el fuego anunciado por el mandatario ruso, Vladimir Putin, durante de tres días por el Día de la Victoria y rechazado por su homólogo de Ucrania, Volodymir Zelensky, ni Moscú ni Kiev reportaron ataques con misiles y drones sobre ciudades rusas o ucranias, ambos países hacia la tarde de este jueves se acusaron de no respetar la tregua no pactada, alegando que “sólo están respondiendo” al enemigo.
El mando militar ruso reportó hasta ese momento 488 violaciones del cese de hostilidades por parte del ejército ucranio, y éste –a su vez– denunció 586 ataques contra posiciones suyas, con 176 drones, 10 incursiones aéreas y 16 bombas guiadas en las regiones fronterizas.
Entretanto, siguen llegando a Moscú los jefes de Estado de 27 países que asistirán al magno desfile militar este viernes 9 de mayo en la Plaza Roja y otras actividades del 80 aniversario.
La capital rusa, en medio de estrictas medidas de seguridad y a consecuencia de la logística propia de un evento de tal relevancia, vive días con aeropuertos colapsados durante horas, grandes retrasos y cancelación de vuelos, severas restricciones de movilidad, bloqueo de telefonía celular e Internet, sobre todo en el centro urbano donde tienen lugar los principales actos que, eso sí, se pueden ver por televisión cómodamente.